Aunque Amasías sobrevivió a Joás unos 15 años, su desenlace fue trágico, porque sufrió las consecuencias amargas de una conspiración interna. ¿Estaban involucrados los familiares de los dos que mataron a su padre y que años antes él rehusó matar? ¿Buscaban venganza contra el rey a pesar de que él les perdonara la vida? ¿Se debía a que los habitantes de Jerusalén estaban enojados con él por la violación del templo y el pillaje en Jerusalén? ¿Fueron las consecuencias del conflicto entre Jerusalén y el pueblo fuera de la capital? ¿Estaba involucrado Azarías, su propio hijo y sucesor? ¿Se trata de una combinación de éstos? No podemos contestar estas preguntas con certeza.
Aunque Amasías trató de escapar huyendo de Jerusalén, mandaron matarle en Laquis, una ciudad fortaleza fronteriza de mucha importancia a unos 55 km. al sudoeste de la capital. Su huida sugiere una oposición considerable en Jerusalén. Las cosas se le fueron de la mano; evidentemente, su aventura militar desató poderes que no podía controlar. Tal como su padre Joás, murió en una conspiración. Era el tercer (cuarto si se incluye a la usurpadora) monarca sucesivo en ser asesinado. No obstante la oposición a él, fue sepultado en Jerusalén con sus padres, evidentemente después de una procesión fúnebre solemne en una comitiva desde Laquis.
El hecho de que todo el pueblo de Judá apoyó a su hijo Azarías como rey puede implicar mucho descontento con el reinado de Amasías; así Azarías, que también se llamaba Uzías, heredó el trono a la edad joven de 16 años. Después de reedificar Eilat, la restituyó a Judá. Se trataba del puerto en el golfo de Acaba, en el extremo sur de Edom. De esa manera continuó la labor de su padre en el sur, dando promesas de ser un joven con determinación, previsión y valentía.
La pequeñez de un rey poderoso, Jeroboam II de Israel
Cuando Joás de Israel murió, su hijo Jeroboam II ascendió al trono y reinó 41 años durante un período de prosperidad económica sin paralelo y de gran estabilidad política. Aunque los historiadores con orientación secular le aplauden por el progreso y sus conquistas, el cronista deuteronomista le señaló como un enano espiritual. Su pequeñez se veía en sus prácticas religiosas, pues seguía las tradiciones introducidas en Dan y Betel por su tocayo.
Su grandeza se veía en el campo de la batalla, porque restauró mucho territorio tanto en el norte como en el sur. En el norte, por ejemplo, restauró a Damasco y aun más al norte, a Hamat. Estos se encontraban a unos 320 km. al norte de Israel. En el sur llegó hasta el área del mar Muerto, cerca de Moab. Así, junto con las conquistas de Judá en Edom al sur, agrandó el territorio de las 12 tribus una vez más al tamaño del viejo imperio de Salomón y David. Sin embargo, este gran logro resultaba como cumplimiento de la palabra profética de Jonás hijo de Amitai, de Gatjefer, probablemente un lugar cerca de Nazaret en Zabulón; era el profeta que también profetizó en Nínive. (Otros profetas bíblicos, Amós y Oseas, profetizaban contra el transfondo de este capítulo y el anterior, condenando las maldiciones económicosociales durante este tiempo de prosperidad para la clase rica.) Asimismo, las victorias de Jeroboam II se debían a la compasión, la bondad y la profunda fidelidad de Dios para su pueblo, pues no quería que se les borrara su nombre de debajo del cielo. Depender, entonces, de la política y su poderío para la liberación del pueblo de Dios sería una equivocación. En realidad, los grandes logros no eran del rey a pesar de su aceptación del crédito por ellos; provenían de Dios. Era solo Jehová, y nadie más quien daba la vida y la muerte. Solo de él provenía el socorro nacional. Cuando murió Amasías, fue sepultado con sus padres, y su hijo Zacarías heredó el trono.