Dos mujeres tristemente notorias La historia de Jezabel y Atalía
Sabemos que Jezabel creó muchos problemas para Elías. Su hija, Atalía, siguió en las pisadas de su madre. Las dos mujeres tenían los mismos defectos:
1. Eran seguidoras de una religión inmoral. Jezabel introdujo el culto a Baal en Israel, y edificó allí en Betel un altar para la adoración de Baal. Atalía hizo lo mismo en Judá. Hicieron sacrificios a Baal. Las dos importaron sacerdotes de Baal a la región, para establecer el culto a Baal en cada país.
2. Las dos se opusieron a los líderes espirituales de los adoradores a Jehová. Jezabel persiguió a los profetas y mató a muchos. Amenazó la vida de Elías, y buscó la manera de matarlo. Atalía interrumpe la adoración de Jehová en Jerusalén, y regala a Baal las ofrendas que daba la gente a Jehová.
3. Eran asesinas. Jezabel mató a Nabot para apoderarse de su viña y Atalía mató a la familia del rey de Judá.
4. Las dos tenían hambre de poder, y gobernaban con mucho celo, para satisfacer sus deseos personales, inclusive sobre el poder del rey. Jezabel dominó a Acab y tomó decisiones importantes para la nación. Atalía controla a Joram y gobierna en Judá.
El complot de Joyada, el sacerdote, con los militares
Joyada jugó un papel crucial correspondiente a un sumo sacerdote leal al Señor. Organizó la rebelión, dirigió la ceremonia de coronación y ordenó la muerte de la reina y la abolición de su religión. En el séptimo año, el sacerdote Joyada concretó un acuerdo con el ejército, la guardia real y la del templo, al presentarles al niñito Joás. Es probable que los careos, de origen imposible de precisar, formaban la guardia real que permaneció leal a la familia davídica; se asocian con los peleteos. Joyada les informó sus planes meticulosa y cuidadosamente preparados para eliminar del poder a Atalía; para esto se necesitaba la coordinación y cooperación de todos los soldados y policías, quienes debían actuar un sábado; el resultado significaría vida para Joás y muerte para la reina apóstata.
La restauración del trono a Joás, un descendiente de David
Los militares llevaron a cabo los planes del sacerdote al pie de la letra, inclusive la entrega de las armas del rey David que fueron conservadas en el templo. Evidentemente incluían las hermosas réplicas de bronce de los escudos de oro que David había confiscado de los amonitas o de los siervos de Hadadeze. Cual fuera su origen, servirían como símbolos de la sucesión legítima de Joás y la continuidad de la dinastía davídica.
Cuando todo el mundo estaba en su posición asignada, incluso una guardia en forma de semicírculo alrededor del sitio de la coronación del nuevo rey, Joyada sacó al hijo de Ocozías y al proclamarle rey, todos gritaron con evidente alegría. En dicha ceremonia usaron los símbolos de la oficina real: una corona y el testimonio que era un rollo de la ley o un documento con las promesas y obligaciones del pacto; es decir, una declaración de la adopción del rey por Dios y las demandas sobre él en su nuevo puesto.
Al oír la gritería del pueblo, Atalía se apresuró al templo para investigar. Cuando se percató de la instalación del nuevo rey, gritó, avisando así a todo el mundo de la traición, incluso a sus leales. Ella calificó como traición lo que era un acto se suprema lealtad a Jehová. Pero en ese momento se encontraba sola e indefensa. Conforme a las órdenes de Joyada, la sacaron del templo y la mataron en la entrada de la caballería del palacio rea, un portón exterior al área del templo y por eso un lugar apropiado para acabar con dicha mujer malvada. Junto con su muerte cualquier esperanza de restaurar su poder cesó. Su fin fue violento como el de su madre o madrasta Jezabel.