2 de Reyes 1:1 Después de la muerte de Achâb rebelóse Moab
El segundo libro de Reyes inicia el relato donde lo deja 1 Reyes, debido a que originalmente formaban parte del mismo manuscrito. Ocozías , octavo monarca del reino del norte, Israel, cayó por una ventana y recibió severas contusiones. Tan malvado e idólatra como su padre Acab y su madre Jezabel, Ocozías intentó consultar al dios local de la fertilidad, Baal – zebub , sobre las heridas que había recibido.
Ya que 1 y 2 Reyes fueron originalmente un solo libro, 2 Reyes continúa donde 1 Reyes termina. La que en un tiempo fue la gran nación de Israel ahora está dividida en dos, ya que se olvidaron de Dios. El libro comienza con Elías, un profeta de Dios, cuando es llevado a los cielos. Termina cuando el pueblo de Israel y Judá son llevados en cautiverio. En 1 Reyes, fue construido el hermoso templo de Dios. En 2 Reyes, es profanado y destruido.
En la actualidad nuestro mundo es muy similar al mundo descrito en 2 Reyes. Los gobiernos nacionales y locales no buscan a Dios, y los países se ven atormentados por la guerra. Mucha gente sigue a los falsos profetas de la ciencia, del materialismo y de la guerra. Es muy rara la verdadera adoración a Dios en la tierra.
En nuestro caótico y corrupto mundo, podemos volvernos a los ejemplos de David, Elías y Eliseo, dedicados a dar gran honor a Dios y a su ley moral y a promover el avivamiento y el cambio en sus días. Más importante aún, podemos ver a Jesucristo, el modelo perfecto. Para que las naciones puedan llevar a cabo la voluntad de Dios, necesitan individuos que hagan su obra. Si su corazón está comprometido a Dios, El puede obrar por medio de usted para llevar a cabo la obra a la que lo ha llamado.
2 de Reyes 1:2 Y Ochôzías cayó por las celosías de una sala de la casa que tenía en Samaria; y estando enfermo envió mensajeros, y díjoles: Id, y consultad á Baal-zebub dios de Ecrón, si tengo de sanar de esta mi enfermedad.
Baal-zebub no era el mismo dios que Baal, el dios cananeo adorado por Acab y Jezabel. Baal-zebub era otro dios popular cuyo templo estaba en la ciudad de Ecrón. Ya que se creía que este dios tenía el poder de la profecía, el rey Ocozías envió mensajeros a Ecrón para saber acerca de su futuro. Se asociaba a este dios poder sobrenatural y misterio. La acción de Ocozías mostró una falta de respeto a Dios.
2 de Reyes 1:3 Entonces el ángel de Jehová habló á Elías Thisbita, diciendo: Levántate, y sube á encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y les dirás: ¿No hay Dios en Israel, que vosotros vais á consultar á Baal-zebub dios de Ecrón?
2 de Reyes 1:4 Por tanto así ha dicho Jehová: Del lecho en que subiste no descenderás, antes morirás ciertamente. Y Elías se fué.
2 de Reyes 1:5 Y como los mensajeros se volvieron al rey, él les dijo: ¿Por qué pues os habéis vuelto?
2 de Reyes 1:6 Y ellos le respondieron: Encontramos un varón que nos dijo: Id, y volveos al rey que os envió, y decidle: Así ha dicho Jehová: ¿No hay Dios en Israel, que tú envías á consultar á Baal-zebub dios de Ecrón? Por tanto, del lecho en que subiste no descenderás, antes morirás de cierto.
2 de Reyes 1:7 Entonces él les dijo: ¿Qué hábito era el de aquel varón que encontrasteis, y os dijo tales palabras?
2 de Reyes 1:8 Y ellos le respondieron: Un varón velloso, y ceñía sus lomos con un cinto de cuero. Entonces él dijo: Elías Thisbita es.
2 de Reyes 1:9 Y envió luego á él un capitán de cincuenta con sus cincuenta, el cual subió á él; y he aquí que él estaba sentado en la cumbre del monte. Y él le dijo: Varón de Dios, el rey ha dicho que desciendas.
2 de Reyes 1:10 Y Elías respondió, y dijo al capitán de cincuenta: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, que lo consumió á él y á sus cincuenta.
2 de Reyes 1:11 Volvió el rey á enviar á él otro capitán de cincuenta con sus cincuenta; y hablóle, y dijo: Varon de Dios, el rey ha dicho así: Desciende presto.
2 de Reyes 1:12 Y respondióle Elías, y dijo: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, que lo consumió á él y á sus cincuenta.
2 de Reyes 1:13 Y volvió á enviar el tercer capitán de cincuenta con sus cincuenta: y subiendo aquel tercer capitán de cincuenta, hincóse de rodillas delante de Elías, y rogóle, diciendo: Varón de Dios, ruégote que sea de valor delante de tus ojos mi vida y la vida de estos tus cincuenta siervos.
Fíjese cómo ante Elías fue el tercer capitán. A pesar de que los primeros dos capitanes llamaron a Elías «varón de Dios», no fueron genuinos: Dios no figuraba en sus corazones. El tercer capitán también lo llamó «varón de Dios», pero humildemente imploró misericordia. Su actitud, que mostró respeto por Dios y su poder, salvó la vida de sus hombres. Una vida efectiva comienza con una actitud correcta hacia Dios. Antes que vengan palabras religiosas a su boca, asegúrese de que provienen de su corazón. Dejemos que el respeto, la humildad y el servicio caracterice nuestra actitud hacia Dios y hacia los demás.
2 de Reyes 1:14 He aquí ha descendido fuego del cielo, y ha consumido los dos primeros capitanes de cincuenta, con sus cincuenta; sea ahora mi vida de valor delante de tus ojos.
2 de Reyes 1:15 Entonces el ángel de Jehová dijo á Elías: Desciende con él; no hayas de él miedo. Y él se levantó, y descendió con él al rey.
2 de Reyes 1:16 Y díjole: Así ha dicho Jehová: Pues que enviaste mensajeros á consultar á Baal-zebub dios de Ecrón, ¿no hay Dios en Israel para consultar en su palabra? No descenderás, por tanto, del lecho en que subiste, antes morirás de cierto.
2 de Reyes 1:17 Y murió conforme á la palabra de Jehová que había hablado Elías; y reinó en su lugar Joram, en el segundo año de Joram, hijo de Josaphat rey de Judá; porque Ochôzías no tenía hijo.
Elías , mencionado por última vez en 1 Reyes 21, aparece ahora para enfrentar a Ocozías con su pecado. Envió de regreso la delegación de Ocozías y se burló de su idolatría. Cuando éste quiso capturarlo, Elías pidió fuego del cielo, y milagrosamente destruyó a quienes debían aprehenderlo. El castigo a Ocozías por su pecado sería que no podría recuperarse de sus heridas. Algunos han expresado reparos sobre la conducta de Elías citando a Lucas_9:51-56. Sin embargo, la acción de los discípulos tuvo un carácter ofensivo, mientras la reacción de Elías fue defensiva y constituyó un acto de castigo divino.
Tanto Josafat como Acab tenían un hijo llamado Joram. Estos hombres era cuñados.
2 de Reyes 1:18 Y lo demás de los hechos de Ochôzías, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
Las crónicas de los reyes de Israel y las crónicas de los reyes de Judá eran libros históricos. El autor inspirado de 2 Reyes seleccionó hechos de estos libros para volver a narrar la historia de Israel y Judá desde la perspectiva de Dios. Dios dirigió los pensamientos y el proceso de selección del escritor para asegurarse de que su verdadera Palabra fuera escrita.
Elías y la palabra profética para el rey herido, Ocozías de Israel
El conflicto de Elías con la casa de Omri continuaba en Israel a pesar de la victoria en el monte Carmelo y la muerte de Acab. Ocozías, hijo de Acab, heredó el trono de su padre como rey de Israel, el reino del norte, en la ciudad de Samaria y sirvió al dios Baal como su padre. El juicio divino se manifestó básicamente en dos formas durante los dos años de su reinado. Primera, Moab, un territorio dominado por Israel al este del mar Muerto, se rebeló al morir Acab, y evidentemente Ocozías no podía hacer nada debido a su enfermedad.
Segunda, Ocozías accidentalmente cayó por la ventana, evidentemente en el techo que servía de segundo piso. Es probable que había una habitación en el techo parecida pero más lujosa a la construida para Eliseo por la mujer acomodada de Sunem. Ya que resultó seriamente herido, el rey envió mensajeros para consultar a un dios pagano de los filisteos en Ecrón, un pueblo fronterizo con Israel cerca de la costa al sur del monte Carmelo. Baalzebub quiere decir “Señor de las moscas” (compare el uso de Jesús de un nombre casi idéntico para significar el príncipe de los demonios. Este “dios” evidentemente tenía reputación para la sanidad o para pronosticar el futuro. ¿Se descubría el mensaje en base al zumbido de las moscas?
El ángel de Jehová envió al profeta Elías, cuyo nombre quiere decir “Jehová es mi Dios”, con un mensaje de muerte para Ocozías. A la vez dicho mensaje le recordó que Jehová, el Dios de Israel, tenía poder sobre la vida y la muerte aunque el rey por sus actos lo estaba negando. Este desafío de Ocozías del Dios viviente y de su profeta se parecía al reto de Acab y Baal en el monte Carmelo, pero en una escala mucho menor. Se recalca esta provocación amenazante por medio de la triple repetición de la cláusula: ¿No hay acaso Dios en Israel…? De modo que este capítulo narra una nueva confrontación clara y retadora entre Jehová y el hombre de Dios contra Baal y el poder político en Israel.
Al regresar los mensajeros al rey Ocozías le dieron el mensaje de su muerte segura por medio de un profeta austero y desconocido. Lo describieron como un hombre velludo, que tenía un cinto de cuero a la cintura. Una traducción lit. del heb. (se’ar) sugiere que Elías tenía mucho cabello, pero desde el tiempo intertestamentario la tradición lo interpreta como aparece en la nota de la RVA, “con un vestido de pelo”. Probablemente su capa fue hecha de piel de oveja, de cabra o de camello. Evidentemente Juan el Bautista imitaba su estilo de vestimenta, definitivamente predicaba el arrepentimiento y como resultado sus contemporáneos pensaban que podía ser Elías. Por la descripción Ocozías sospechó que era el profeta Elías el tisbita, cuyo pueblo natal probablemente fue Tisbe de Galaad, al este del río Jordán. Sin embargo, Ocozías no se arrepintió de su rebeldía —ni siquiera hay evidencia de que oró a Jehová —sino continuó con un corazón obstinadamente endurecido contra Israel.
Como el gobernante máximo del Estado, esta vez el rey decidió hacer contacto con el hombre correcto, pero con órdenes y armas, un método impropio. Así se equivocó doblemente; primero al consultar a quien no le podía ayudar y segundo por acercarse inadecuadamente a quien le podría socorrer. Mandó a un capitán con un escuadrón de 50 hombres. Este primer capitán, probablemente seleccionado especialmente para implementar el deseo del rey, con insolencia ordenó al hombre de Dios que bajara del cerro donde estaba. Como respuesta bajó fuego del cielo quemando a todos. Se envió un segundo escuadrón por él, y el segundo capitán, aún más arrogante que el primero, imperiosamente mandó al hombre de Dios que bajara de inmediato. En seguida cayó fuego del cielo y destruyó a todos. La situación y el reto en Samaria en tiempos de Jesús no eran idénticos, y el Hijo de Dios tampoco acató los consejos de sus discípulos fogosos.
El nombre hombre de Dios fue un título usado para referirse a grandes profetas como Moisés, Samuel, Elías y Eliseo. Elías, un varón comprometido con Dios, celoso en su demanda de lealtad completa a Jehová y aterrador en sus actos de retribución, luchaba valientemente por la adoración exclusiva al Señor. El descenso del fuego del cielo sobre los dos capitanes y sus escuadrones, parecido a lo ocurrido en el monte Carmelo, demostró con claridad que había un Dios y profeta en Israel a quien consultar en cuanto a la vida y la muerte. Aun el más alto oficial del país tenía el deber de reconocerlo junto con las juntas militares. (¿Fue necesaria la muerte de tantos hombres para que el rey, ya reacio en su maldad, fuera receptivo a la persona y la autoridad del hombre de Dios?)
El rey envió un tercer escuadrón a buscar a Elías. Con más respeto, cortesía, precaución y sabiduría espiritual este capitán le suplicó al hombre de Dios que bajara del cerro. Para poder sobrevivir, todo el pueblo de Dios tendría que humillarse delante del Dios todopoderoso como este capitán. Después de recibir autorización del ángel de Jehová para bajar, Elías, el hombre de Dios que nunca tembló delante del poder absoluto real y que nunca se sujetó a otro que no fuera el Señor, acompañó al capitán ante el rey. Con toda franqueza le dijo al rey que no se curaría sino que estaba sentenciado a la muerte por rechazar al Dios verdadero. Con la pronunciación por tercera vez de la palabra profética, ésta se cumplió inmediatamente, pues murió este rey que todavía no tenía heredero. Como consecuencia, su hermano Joram ascendió al trono. Cabe señalar que la muerte prematura sobrevino al que no servía a la fuente única y verdadera de la vida. El poder de la vida y la muerte no recae en el ámbito político sino en el espiritual. Por lo tanto, lo que uno recibe por confiar en la política para resolver los problemas graves es la muerte en vez de la vida.
En resumen el rey Ocozías fue débil, impío, inepto, voluntarioso y un fracaso. Permitió a Moab rebelarse, se hirió en un percance desafortunado y tonto, pero insistentemente trató de obligar a la sumisión de la voz profética de Elías con la fuerza militar y, aun peor que todo, buscó la sanidad en el altar de un dios ajeno. La desobediencia del rey a Dios le trajo un cuádruple castigo: su reinado fue muy corto (dos años o menos), perdió el territorio de Moab, no tuvo heredero para sucederlo en el trono y murió una muerte trágica y sin honra. Cabe señalar que Jehová proveyó su palabra a través de su hombre. Dios normalmente habla por medio de los hombres y no a través de la palabra desencarnada. Su hombre llevaba su mensaje como en el día de hoy. De manera que esta narración ensalza la posición del profeta de Jehová y hace ver que siempre el hombre de Dios merece respeto, tanto o más que cualquier gobernante, aun al rey mismo. Además, en momentos críticos tanto personales como nacionales es necesario consultar al hombre del Dios poderoso y verdadero, no a uno ajeno e impotente. También el hombre de Dios debe escuchar y obedecer las órdenes de Dios antes que las del gobernante.