2 de Crónicas 22:11 Pero Josabet, hija del rey, tomó a Joás hijo de Ocozías, y escondiéndolo de entre los demás hijos del rey, a los cuales mataban, lo guardó a él y a su nodriza en uno de los aposentos. Así lo escondió Josabet,[b] hija del rey Joram, mujer del sacerdote Joiada (porque ella era hermana de Ocozías), de la vista de Atalía, y no lo mataron.
2 de Crónicas 22:12 Seis años estuvo escondido con ellos en la casa de Dios. Entre tanto, Atalía reinaba en el país.
El reinado de Ocozías
Al morir Joram, su hijo Ocozías tomó posesión del trono de Judá en el 841 a. de J.C. El tema de este pasaje es el mismo que distinguió a aquellos que se alejaban de Dios. Ocozías había cometido el terrible pecado de asociarse con la familia de Acab; por lo cual, Dios mismo lo castigó con una muerte prematura. En 2 de Reyes 8:25-10:14 se encuentra una explicación más detallada de este triste capítulo; no obstante, 2 de Crónicas añade algunos elementos propios de la bibliografía del autor.
El cronista hace la observación de que Ocozías fue hecho rey por el pueblo de Jerusalén, posiblemente indicando temores en cuanto a la sucesión en el trono, ya que su madre Atalía era muy dominante en la corte. Con o sin fundamento para sospechar de una lucha interna por el poder entre Ocozías y Atalía, al morir Joram no hubo duda alguna sobre las verdaderas intenciones de Atalía: usurpó el trono después de la muerte de su hijo.
La edad de Ocozías cuando empezó a reinar se ha ofrecido a conjeturas. Si se considera el dato de 2 de Reyes 8:26, Ocozías tenía 22 años y no 42 tal como se lee en la RVR-1960; de haber sido así, Ocozías habría tenido dos años de edad cuando nació su padre.
Ocozías hizo lo malo ante los ojos de Dios porque su madre Atalía le aconsejaba mal. Siguiendo la tradición de Jezabel, Atalía insistía en rendir culto al dios baal fenicio. El aparato administrativo puesto en movimiento con las marcas de una madre pagana había afectado también el resto de la corte, porque hizo lo malo ante los ojos de Jehová, como la casa de Acab quienes a su vez lo aconsejaban para su perdición. En la perspectiva del NT, su perdición no solo significa muerte y destrucción física sino también eterna, por haber rechazado a Dios y su salvación.
En su inmadurez administrativa y miopía o ceguera espiritual, Ocozías buscó el consejo de Joram, hijo de Acab. Consintió en ir a pelear contra Hazael, rey de Siria, en Ramot de Galaad, donde Joram fue herido. Ramot de Galaad había sido tomada por los arameos. Acab perdió la vida tratando de recuperarla en el año 853 a. de J.C.. El rey arameo Benhadad II murió asesinado por Hazael, diez años después, e hizo posible que Joram, hijo de Acab, la reconquistara. En el año 841 a. de J.C., Hazael volvió a reclamar sus derechos sobre la ciudad. En esta campaña Joram fue herido. Joram se encontraba enfermo en el palacio de Acab en Jazreel, cuando Ocozías, su sobrino, le hizo una visita.
El cronista tiene mucho cuidado de no perder la perspectiva del juicio de Dios sobre Ocozías. Su caída ocurrió de parte de Dios. Durante su visita, los dos decidieron oponerse a Jehú, el ungido, para que exterminara a la casa de Acab. Su misión fue vengar a los profetas de Jehová que habían sido muertos por Jezabel y destruir a toda la casa de Acab. Siguiendo la agenda de Dios para llevar a cabo este juicio, Ocozías se hizo presente en el preciso momento en que Jehú ejecutaba sus órdenes. Ocozías pudo huir hasta Samaria. Después de ser capturado, lo condujeron hasta Jehú, quien llevó a cabo su ejecución, dándole sepultura, porque era nieto de Josafat. Así, su alianza militar con Joram lo condujo a su muerte violenta, a manos del vengador de Jehová.