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2 de Crónicas 12: Sisac invade Judá

2 de Crónicas 12:9 Subió, pues, Sisac, rey de Egipto, a Jerusalén, y tomó los tesoros de la casa de Jehová y los tesoros de la casa del rey; todo se lo llevó; también los escudos de oro que Salomón había hecho.[c]

2 de Crónicas 12:10 Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce y los entregó a los jefes de la guardia, los cuales custodiaban la entrada de la casa del rey.

2 de Crónicas 12:11 Cuando el rey iba a la casa de Jehová, venían los de la guardia y los llevaban, y después los volvían a dejar en la sala de la guardia.

Cuán irónico resulta el hecho de que el oro puro que había en el templo de Salomón fue sustituido por bronce barato. Roboam trató de mantener los adornos y la apariencia de la gloria anterior, pero no pudo. Cuando Dios deja de ser el centro de nuestra vida, el mantener la apariencia de una vida cristiana se vuelve superficial. La belleza externa debe provenir de una fuerza interna.

2 de Crónicas 12:12 Así pues, por haberse humillado, la ira de Jehová se apartó de él y no lo destruyó del todo, ya que aún en Judá había cosas buenas.

2 de Crónicas 12:13 Fortalecido pues, Roboam reinó en Jerusalén; y tenía Roboam cuarenta y un años cuando comenzó a reinar y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que escogió Jehová entre todas las tribus de Israel para poner en ella su nombre. El nombre de la madre de Roboam fue Naama, una amonita.

2 de Crónicas 12:14 E hizo lo malo, porque no dispuso su corazón para buscar a Jehová.

La vida de Roboam fue una tragedia debido a que «no dispuso su corazón para buscar a Jehová». Es peligroso aplazar nuestra respuesta a Dios. El nos pide un compromiso firme, y a menos que le respondamos con plena confianza, nos encontraremos apartados de El.

2 de Crónicas 12:15 Los hechos de Roboam, los primeros y los últimos, ¿no están escritos en los libros del profeta Semaías y del vidente Iddo, en el registro de las familias? Y entre Roboam y Jeroboam hubo guerra constante.

2 de Crónicas 12:16 Durmió Roboam con sus padres y fue sepultado en la Ciudad de David. Reinó en su lugar Abías, su hijo.

Los reyes de Judá

Entre la división del reino y el exilio babilónico Judá tuvo 20 reyes. Una mujer y 19 hombres gobernaron por casi tres siglos y medio. Algunos eran fuertes y temerosos de Dios, otros eran débiles e idólatras; no obstante, Dios quiso intervenir personalmente en la historia del pueblo hebreo para dar expresión concreta a sus ideales ante las demás naciones. El cronista se ocupa de aislar a los buenos gobernantes para indicar la presencia del Señor mediante milagros y victorias, en pleno ejercicio de su misericordia. Su óptica consiste en dar expresión al hecho de que el que deposita su fe en Dios siempre saldrá victorioso. Judá debía mantenerse separada de las otras naciones, fiel a las leyes divinas, lejos de la apostasía. No obstante, la historia de Judá es un registro de una constante decadencia religiosa por causa del pecado. La ira del Señor se dejaba sentir de tiempo en tiempo cuando Judá menospreciaba la gracia divina.

El período comprendido aquí se encuentra escrito en 1 de Reyes 14:22-2 de Reyes 24:20, con la conocida preferencia del cronista: no incluir datos biográficos detallados de los monarcas del norte, ni puntualizar los pormenores de la historia de las 10 tribus de Israel. El cronista prefiere el material de su propia historiografía, usando fuentes conocidas solo por él.

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