2 de Crónicas 11:1 Cuando llegó Roboam a Jerusalén, reunió de la casa de Judá y de Benjamín a ciento ochenta mil hombres de guerra escogidos, para pelear contra Israel y devolver el reino a Roboam.
La necedad de Roboam dividió su reino, y trató de reunirlo por la fuerza. Sin embargo, la verdadera unidad no se puede forzar, debe ser la respuesta libre de corazones dispuestos. Si usted quiere la lealtad de sus empleados, de sus hijos o de cualquier otra persona que tenga a su cargo, gánese su respeto por medio del amor y no trate de ganar su sumisión por medio de la fuerza.
2 de Crónicas 11:2 Pero vino palabra de Jehová a Semaías, varón de Dios, diciendo:
2 de Crónicas 11:3 «Habla a Roboam hijo de Salomón, rey de Judá, y a todos los israelitas en Judá y Benjamín, y diles:
2 de Crónicas 11:4 “Así ha dicho Jehová: No subáis a pelear contra vuestros hermanos; vuélvase cada uno a su casa, porque esto es cosa mía”». Y ellos oyeron la palabra de Jehová y se volvieron, y no fueron contra Jeroboam.
¿Por qué apoyó Dios esta rebelión? Era parte del castigo a la nación por haberse apartado de El. También pudo ser la forma en la que Dios evitó que fuera derrotado el pequeño reino de Roboam. Al hacer esto, Dios preservó la línea de David y mantuvo intacto su plan de que el Mesías sería descendiente de David. Cuando vemos división, especialmente en una iglesia, nos preguntamos qué es lo que Dios desearía que hiciéramos. Dios desea unidad, y si bien siempre tenemos que buscar la reconciliación, debemos admitir que sólo Dios conoce el futuro. Quizá utilice una división para cumplir sus propósitos mayores.
2 de Crónicas 11:5 Los reyes de la dinastía davídica. Prosperidad de Roboam Habitó Roboam en Jerusalén y edificó ciudades para fortificar a Judá.[a]
2 de Crónicas 11:6 Edificó Belén, Etam, Tecoa,
2 de Crónicas 11:7 Bet-sur, Soco, Adulam,
2 de Crónicas 11:8 Gat, Maresa, Zif,
2 de Crónicas 11:9 Adoraim, Laquis, Azeca,
2 de Crónicas 11:10 Zora, Ajalón y Hebrón, que eran ciudades fortificadas de Judá y Benjamín.
2 de Crónicas 11:11 Reforzó también las fortalezas y puso en ellas capitanes, provisiones, vino y aceite;
2 de Crónicas 11:12 en todas las ciudades había escudos y lanzas. Las fortificó, pues, en gran manera; y Judá y Benjamín le estaban sujetos.
2 de Crónicas 11:13 Los sacerdotes y levitas que estaban en todo Israel, se juntaron a él desde todos los lugares donde vivían,
2 de Crónicas 11:14 pues los levitas dejaron sus ejidos y sus posesiones y se fueron a Judá y a Jerusalén, porque Jeroboam y sus hijos los excluyeron del ministerio de Jehová.
Antes de que se dividiera la nación, el centro de adoración estaba en Jerusalén, y el pueblo se reunía ahí para las tres grandes fiestas religiosas anuales. Durante el resto del año, los sacerdotes y los levitas, que vivían a lo largo de la tierra, realizaban otros servicios de adoración y rituales en los territorios de las tribus. Ofrecían sacrificios, enseñaban las leyes de Dios y alentaban al pueblo a continuar con El y a evitar las influencias paganas.