2 Crónicas 1: Salomón pide sabiduría

Crónicas 1:1  Salomón hijo de David fue afirmado en su reino, y Jehová su Dios estaba con él, y lo engrandeció sobremanera.

En 1 y 2 Crónicas no se recogen las ejecuciones de Adonías, Joab y Simei, ni la expulsión de Abiatar por Salomón. En su lugar, el cronista va de la muerte de David al pedido de Salomón de sabiduría. Originalmente, 1 y 2 Crónicas eran un rollo y no dos libros. Para un recuento más amplio del pedido de sabiduría de Salomón y la respuesta del Señor. Para una vívida ilustración de la sabiduría que Dios le concedió a Salomón.
Si bien el primer libro de Crónicas se centra principalmente en la vida del rey David, el segundo libro de Crónicas se centra en la vida del resto de los reyes de Judá, el reino del sur. Se menciona muy poco acerca de Israel, el reino del norte, debido a que

(1) Crónicas fue escrito por miembros de la tribu de Judá que regresaron del cautiverio en Babilonia, y

(2) Judá representaba la familia de David, de la cual vendría el Mesías. Mientras que Israel tenía disturbios constantes, anarquía y rebelión contra Dios, Judá al menos hizo esfuerzos esporádicos para seguirlo.

2 Crónicas 1:2  Y convocó Salomón a todo Israel, a jefes de millares y de centenas, a jueces, y a todos los príncipes de todo Israel, jefes de familias.

El tabernáculo de reunión, o tabernáculo, que Moisés había construido siglos antes aún se utilizaba, a pesar de que había sido trasladado en varias ocasiones. Cuando Salomón llegó a ser rey, se ubicó el tabernáculo en Gabaón, un pueblo a casi diez kilómetros al noreste de Jerusalén. Todo el mobiliario del tabernáculo fue guardado en Gabaón, a excepción del arca de Dios que David trasladó a Jerusalén ya que quería que el arca, símbolo de la presencia de Dios, residiera en la ciudad donde gobernaba al pueblo. Sin embargo, el tabernáculo que estaba en Gabaón seguía siendo considerado el centro religioso principal hasta que Salomón construyó el templo en Jerusalén.

2 Crónicas 1:3  Y fue Salomón, y con él toda esta asamblea, al lugar alto que había en Gabaón; porque allí estaba el tabernáculo de reunión de Dios, que Moisés siervo de Jehová había hecho en el desierto.
Los holocaustos debían ser ofrecidos «en el lugar que Jehová escogiere». Estos versículos explican por qué era aceptable para Salomón ofrecer mil holocaustos en Gabaón: el tabernáculo y el altar de bronce estaban allí.

2 Crónicas 1:4  Pero David había traído el arca de Dios de Quiriat-jearim al lugar que él le había preparado; porque él le había levantado una tienda en Jerusalén.(A)

2 Crónicas 1:5  Asimismo el altar de bronce(B) que había hecho Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, estaba allí delante del tabernáculo de Jehová, al cual fue a consultar Salomón con aquella asamblea.

2 Crónicas 1:6  Subió, pues, Salomón allá delante de Jehová, al altar de bronce que estaba en el tabernáculo de reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos.

2 Crónicas 1:7  Y aquella noche apareció Dios a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras que yo te dé.

2 Crónicas 1:8  Y Salomón dijo a Dios: Tú has tenido con David mi padre gran misericordia, y a mí me has puesto por rey en lugar suyo.

2 Crónicas 1:9  Confírmese pues, ahora, oh Jehová Dios, tu palabra dada a David mi padre; porque tú me has puesto por rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra.(C)

2 Crónicas 1:10  Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?

Sabiduría es la habilidad de tomar buenas decisiones basadas en discernimiento y juicio adecuados. El conocimiento en este versículo se refiere a los conocimientos prácticos necesarios para manejar los asuntos cotidianos. Salomón utilizó su sabiduría y conocimiento no sólo para construir el templo a partir de los planos de su padre, sino para establecer el crecimiento económico de la nación.

El ofrecimiento de Dios a Salomón lleva la imaginación al extremo: «Pídeme lo que quieras que yo te dé». Pero Salomón colocó en primer lugar las necesidades de su pueblo y pidió sabiduría en vez de riquezas. Se dio cuenta de que la sabiduría sería la posesión más valiosa que podía tener como rey. Más tarde escribió acerca de ella: «Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella». La misma sabiduría que se le dio a Salomón está disponible para nosotros, es el mismo Dios el que lo ofrece. ¿Cómo podemos adquirir sabiduría? Primero, debemos pedir a Dios, «el cual da a todos abundantemente y sin reproche». Segundo, debemos dedicarnos de todo corazón a estudiar y aplicar la Palabra de Dios, fuente de sabiduría divina.

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