1 de Samuel 15: Saúl desobedece y es desechado

Joya bíblica

Porque la rebeldía es como el pecado de adivinación, y la obstinación es como la iniquidad de la idolatría. Por cuanto tú has desechado la palabra de Jehová, él también te ha desechado a ti, para que no seas rey.

Dura sentencia para Saúl que puede alcanzar sobre cualquier persona que pretende conocer su futuro acudiendo a adivinos, brujerías y hechicerías tan en boga en nuestros días. Hay una censura clara contra el pecado de la idolatría y para los que desechan la Palabra de Dios.

Dios no es hombre para que se arrepienta

Las excusas fingidas de Saúl; los argumentos procurando justificar sus acciones y pecados; las disculpas a Samuel; y aún la más audaz pretensión de adorar a Jehová (versículo 24) de nada le servirían. Todos eran pretextos con el fin de presentarse a los ancianos del pueblo y maquillar su imagen de rey desechado. Dios había pronunciado su última palabra y ya era suficiente. Un solemne mensaje que confirma la inmutabilidad de Dios. Desde ese instante Saúl era un rey de facto. La sucesión se produciría más tarde, a tiempo y en su momento, pero debía ser en paz, sin violencias, anarquía ni confusión, lo que explica la actitud de Samuel que sin convalidar la conducta de Saúl, lo acompañaría en todas sus crisis espirituales.

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