El mandamiento de Dios fue sencillo y claro. Destruir completamente quiere decir dedicar a la destrucción. La palabra griega que corresponde al término heb. es anatema y la idea se expresa siete veces en su forma verbal y una vez como sustantivo. Saúl entendió muy bien que no debía perdonar nada, pero el versículo 8 dice que hizo exactamente lo que no tenía que haber hecho. No es fácil matar y destruir pero hay que obedecer el mandamiento de Dios. Existe el mismo problema en la vida cristiana en el día de hoy. Colosenses 3:5 dice: “Haced morir lo terrenal en vuestros miembros.” Perdonar algunas cosas es pecado y es sumamente peligroso porque deja vivir la cancerosa carnalidad que al fin puede destruirnos a nosotros mismos Los amalequitas no solamente llevaban una vida idólatra e indeciblemente asquerosa, sino que se oponían a Israel, constituyéndose en enemigo acérrimo que ya no se podía soportar.
Saúl reunía su ejército en Telem, en el extremo sur de Judá. Esta porción se conocía como el Neguev, palabra referente al meridional de algo aunque una palabra hebrea de la misma raíz quiere decir “seco”. Era de las dos cosas, la porción seca al sur del territorio de Judá. Pudo reunir un ejército considerable. Doscientos mil hubiera tenido que representar una buena porción de los hombres de Israel. Josefo, el historiador, y la LXX dicen que se reunieron 400.000 y 30.000 de Judá. No hay por qué aceptar estas cifras. Y mientras Saúl organizaba esta muchedumbre en una emboscada, mandó decir a los queneos que se apartaran de los amalequitas, táctica que produjo una rápida retirada de ellos.
Los queneos, como los amalequitas, llevaban una vida bastante nómada. Sabían quedarse en campamentos semipermanentes pero sin dedicarse a la edificación de ciudades. Genesis 25:1 establece su origen de Abraham por su segunda esposa Quetura. Jueces 1:16 aclara el hecho de que el suegro de Moisés era queneo y que esta gente había entrado en la tierra prometida con Israel. El nombre corresponde a ninguno de sus antepasados sino más bien al hecho de que eran herreros. La palabra queneo viene del heb. “fraguar hierro”. Y como los ángeles sacaron a Lot y su familia de Sodoma antes de destruirla, así también Saúl sacó a los queneos de Amalec antes de destruirlo.
La misión encaminada
Saúl llevó a cabo su misión con celeridad. Comenzado de Havila (desconocido pero que quiere decir “tierra de arena”), persiguió hasta Shur, cerca de Egipto. Esto representa una campaña bien ejecutada. Pero hizo exactamente lo opuesto de lo que tenía que haber hecho. Perdonó al rey y lo mejor de los animales, apoderándose de toda cosa de valor. Más adelante Saúl echa la culpa al pueblo porque lo temía. Esta palabra también puede traducirse “honrar”. Saúl dejó que sus soldados se salieran con la suya en vez de quedarse firme en la voluntad de Dios. A pesar de esto el rey Saúl tendría que llevar la culpa porque fue el responsable.
La misión examinada
Vemos un poco del mismo corazón de Dios aquí. Le dijo a Samuel que le pesaba haber puesto a Saúl como rey. Algunos traducen “me arrepiento de haber puesto a Saúl como rey”. Es la misma palabra que se usa en el versículo 29 y se traduce allí “arrepentirse”. De veras parece ser una contradicción pero no lo es. En hebreo una palabra puede tener dos o tres significados según el contexto y la forma en que se encuentra el verbo. En este caso la palabra pesar transmite sentimientos de fuerte emoción, sea de compasión por la miseria de otros o de remordimiento por las acciones de uno mismo. A veces hasta quiere decir consolar (en piel o pual en heb.). Por ejemplo el nombre Nahúm quiere decir consolación. La relación entre estos dos extremos de sentimiento es difícil de ver. Pero evidentemente los hebreos pensaban en la consolación como vinculada con la declaración de sus sentimientos de compasión o de la conmiseración. En este caso será correcto traducir “me pesa” porque el cambio de pensamiento que tuvo Dios se debía al cambio de conducta en Saúl. El capricho del hombre produjo una reacción divina que correspondía a su conducta humana. Y por cuanto Samuel estaba en comunión con Dios y sentía las emociones de Dios, el también lamentaba profundamente la desobediencia de Saúl. El verdadero obrero de Dios sabe llorar con profundo sentimiento por el pecado por cuanto le pesa.