Primera de Samuel 11: Saúl derrota a los amonitas

Saúl en días anteriores tampoco hubiera acudido al socorro de los afligidos de Israel. Pero ahora vemos a un hombre distinto. El Espíritu de Dios descendió con poder sobre él. Esta es la formula común que describe la investidura de los jueces y su capacitación. El ministerio y actividad del Espíritu difiere algo entre el AT y el NT. Es igualmente Dios, el omnipresente en todo tiempo, pero su ministerio en el AT capacita y da poder especial a ciertos hombres. En el NT mora en cada creyente a partir del día de Pentecostés, dándole el poder para ser testigo de Jesucristo.

Saúl había vuelto a cultivar sus tierras y ganarse la vida después de su aclamación como rey en Mizpa. No sabemos cuanto tiempo habrá pasado pero parece razonable creer que fue un año o menos. Ahora la situación demanda acción. Corta en pedazos sus bueyes para que sirvan de auxiliar visual acompañando su llamado a las tribus. Es severa su advertencia y produce el resultado deseado. Infunde temor. Los israelitas eran muy emotivos y manifiestan en este caso dos emociones fuertes; el llanto y luego el temor. La severidad de la advertencia fue necesaria para contrarrestar la austeridad de sus lamentaciones.

Los hombres de guerra se reunieron en Bezec, lugar al poniente del Jordán, unos 20 km. de Jabes. Fue un lugar ideal, céntrico y próximo a su destino. El nombre Bezec en heb. tiene referencia una dispersión. Aunque fue lugar de reunión para Israel, produciría la dispersión de los amonitas. Ellos serían derrotados y dispersos. Los de Jabes, viendo tantos soldados dispuestos para su liberación, entregan a los amonitas su mensaje como si nadie hubiera respondido en su ayuda. El mensaje que les dan es ambiguo, pues de dos maneras se puede entender según la interpretación. En verdad ellos saldrían a los amonitas el día siguiente, pero no para rendirse sino para perseguirles.

Saúl muy sabiamente divide su ejército en tres divisiones para atacar, estrategia militar luego empleada por Joab para derrotar las fuerzas de Absalón. Y atacaron al apuntar el día cayendo sorpresivamente sobre el enemigo desprevenido. La victoria fue completa.

Debemos notar que Saúl actuó con ánimo pronto. No sólo se trataba de un pueblo afligido sino de un pueblo posiblemente emparentado con su familia. Jueces 21:12 nos informa que 400 mujeres de Jabes habían sido dadas en matrimonio a los hombres de Benjamín cuando quedaron pocos y la tribu casi eliminada. De tal manera que la tribu de Benjamín debía bastante a Jabes, históricamente hablando. Y después de esta victoria sobre los amonitas, se ve que Jabes quedaba muy agradecida con Saúl. Y cuando murió el rey, juntamente con sus hijos en el monte Gilboa, los hombres de Jabes arriesgando sus vidas fueron a llevar y sepultar los cuerpos.

Gilgal

Samuel, después de la victoria lograda sobre los amonitas, y habiendo observado cómo Saúl obró con prudencia y piedad inaugurando de esta manera su reino y sobreponiéndose a su deseo natural de venganza, el antiguo juez y profeta creyó que era oportuno convocar al pueblo en Gilgal para consultarlo acerca de la conveniencia de confirmar el reino en manos de Saúl.

Con respecto de la importancia histórica de este santuario William J. Deane, dice: «El famoso santuario benjaminita en el valle del Jordán y el lugar en su circuito más cercano de Jabes de Galaad estaba relacionado con recuerdos muy cercanos al corazón del pueblo: Recordarían la entrada de sus antepasados en la Tierra de Promisión y los milagros que acompañaron y facilitaron aquella entrada. Aquí los peregrinos habían pasado la primera noche después de cruzar el río Jordán; aquí fueron levantadas las doce piedras, que aún se veían en el tiempo de Jerónimo, para conmemorar el paso maravilloso; aquí se ejecutó el rito de la circuncisión, descuidado por cuarenta años, sobre los que habían nacido en el desierto, y así fue quitado el oprobio de la incircuncision, y aquí se celebró la primera pascua en Tierra de Promisión. Al reunirse alrededor del altar y lugar alto, y mirar los recuerdos venerados de acontecimientos pasados, los israelitas no pudieron dejar de reconocer su dependencia de la ayuda sobrenatural y el pronto auxilio de Jehová.»

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