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1 Timoteo 3: Los dirigentes de la iglesia

En la civilización griega era esencial el que las obreras de la Iglesia conservaran su dignidad. Una mujer griega respetable vivía en la más estricta reclusión; nunca salía sola; nunca ni siquiera participaba en las comidas con su familia. Pericles decía que el deber de una madre ateniense era vivir una vida tan retirada que no se mencionara nunca su nombre ni para alabarla ni para criticarla. Jenofonte cuenta lo que decía un caballero del país que era amigo suyo acerca de la joven esposa con la que acababa de casarse y a la que amaba entrañablemente. « ¿Qué era probable que supiera cuando yo me casé con ella? Todavía no tenía quince años cuando la introduje en mi casa, y había sido criada bajo la más estricta supervisión; en la medida de lo posible no se le había permitido ver nada, oír nada, ni hacer ningunas preguntas.» Esa era la manera en que se criaban las chicas griegas respetables. Jenofonte nos pinta el retrato de una de estas jóvenes esposas que gradualmente «iban creciendo acostumbradas a su marido y estando suficientemente domesticadas para mantener una conversación con él.»

El Cristianismo trajo la emancipación de las mujeres; las liberó de una especie de esclavitud. Pero tenía sus peligros. La mujer liberada podía usar mal su libertad recién encontrada. El mundo respetable se podría escandalizar ante tal emancipación; así es que la Iglesia tenía que establecer ciertas reglas. Era usando su libertad sabiamente como las mujeres llegarían a tener la posición respetable en la Iglesia que tienen, y van adquiriendo en mayor medida, en nuestro tiempo.

Privilegio y responsabilidad de la vida en la iglesia

Te estoy escribiendo estas cosas esperando, mientras escribo, ira verte pronto. Pero te estoy escribiendo para que, si me retraso, puedas saber cómo conducirte en la casa de Dios, que es la asamblea del Dios viviente, y la columna y el baluarte de la verdad.

Aquí tenemos en una frase la razón por la que se escribieron las epístolas pastorales; se escribieron para decirles a las personas cómo debían comportarse en la iglesia. La palabra para comportarse es anastréfesthai; describe el conjunto de la vida y el carácter; pero describe especialmente a la persona en su relación con los demás. Como se ha dicho, la palabra misma establece que el carácter personal de un miembro de la iglesia debe ser excelente y que sus relaciones personales con otros deben manifestar una verdadera comunión. Una congregación cristiana es un cuerpo de personas que son amigas de Dios y amigas entre sí. Pablo pasa a usar cuatro palabras que describen cuatro grandes funciones de la Iglesia.

(i) La Iglesia es la casa (oikos) de Dios. Lo primero y principal es que debe ser una familia. En un informe escrito después de una sus grandes victorias navales, Nelson la atribuía al hecho de que «había tenido la dicha de mandar a una banda de hermanos.» A menos que una iglesia sea una banda de hermanos no es una verdadera iglesia. El amor de Dios sólo puede existir donde existe el amor fraternal.

(ii) La Iglesia es la asamblea (ekklésía) del Dios viviente. .La palabra ekklésía quiere decir literalmente una compañía de personas que han sido convocadas. No quiere decir que esas personas hayan sido seleccionadas o escogidas. En Atenas, la ekklésía era el cuerpo gobernante de la ciudad; y su membresía consistía en que todos los ciudadanos se reunían en asamblea. Pero, muy naturalmente, en ninguna ocasión asistieron todos. Se proclamaba la llamada a asistir a la Asamblea de la ciudad pero solamente algunos ciudadanos respondían asistiendo. La llamada de Dios se ha dirigido a todas las personas; pero solamente algunos la han aceptado, y esos son la ekklésía, la Iglesia. No es que Dios haya sido selectivo. La invitación se dirige a todos; pero una invitación requiere una respuesta.

(iii) La Iglesia es la columna de la verdad (stylos). En Éfeso, adonde se dirigieron estas cartas, la palabra columna tendría un significado especial. La más grande gloria de Éfeso era el Templo de Diana o Artemisa. «¡Grande es Diana de los Efesios!» (Hechos 19:28). Era una de las siete maravillas del mundo. Una de sus excelencias eran sus columnas. Tenía ciento veintisiete columnas cada una de las cuales había sido el regalo de un rey. Todas eran de mármol, y algunas estaban adornadas con joyas y recubiertas de oro. Los de Éfeso sabían muy bien lo hermosa que podía ser una columna. Bien puede ser que la idea de la palabra columna no indique aquí tanto el apoyo -eso está contenido en baluarte- como despliegue. A menudo se colocaba la estatua de un personaje famoso encima de una columna para que pudiera sobresalir por encima de todas las cosas ordinarias y verse claramente, hasta desde lejos. La idea aquí es que el deber de la Iglesia es mantener bien alta la verdad de tal manera que todos puedan verla.

(iv) La Iglesia es el baluarte (hedraíóma) de la verdad. El baluarte es el apoyo de todo el edificio. Lo mantiene de pie e intacto. En un mundo que no quiere enfrentarse con la verdad, la Iglesia la mantiene en alto para que todos la puedan ver. En un mundo que muchas veces querría eliminar la verdad, la Iglesia la sostiene frente a todos los que quieran destruirla.

Un himno de la iglesia original

Como todos han de confesar, grande es el secreto que Dios nos ha revelado en nuestra religión: El Que fue manifestado en la carne; el Que fue vindicado por el Espíritu; el Que fue visto por ángeles; el Que ha sido predicado entre las naciones; en el Que los hombres han creído en todo el mundo; el Que ha sido elevado a la gloria. El gran interés de este pasaje consiste en que aquí tenemos un fragmento de uno de los himnos de la Iglesia Primitiva. Es la fe en Cristo puesta en poesía y en música, un himno con el que los creyentes cantaban su credo. No podemos esperar en poesía la precisión de expresión que buscaríamos en un credo; pero debemos tratar de ver lo que nos dice cada verso de este himno.

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