El mundo antiguo prestaba mucho cuidado a los derechos del huésped. El forastero estaba bajo la protección de Zeus Xenios, el Protector de los extranjeros. En el mundo antiguo, las posadas eran notoriamente malas. En una de las comedias de Aristófanes, Heracles le pregunta a su compañero dónde pararán esa noche; y la respuesta es: «Donde haya menos pulgas.»
Platón habla de un posadero que era como un pirata que retenía a sus huéspedes como rehenes. Las posadas tendían a ser sucias y caras, y sobre todo inmorales. En el mundo antiguo había un sistema de lo que llamaban amistades de hospedaje. A lo largo de generaciones algunas familias habían llegado al acuerdo de darse acomodo y hospitalidad. Los miembros de las familias llegaban a menudo a acabar por ser totalmente desconocidos de los otros, y tenían que identificarse por lo que llamaban emblemas. El forastero que buscaba alojamiento presentaba la mitad de un cierto objeto; el anfitrión tendría la otra mitad; y si las dos mitades casaban exactamente el anfitrión sabía que el otro sería su huésped y el huésped sabía que el otro era indudablemente el amigo ancestral de su familia. En la Iglesia Cristiana había maestros y predicadores ambulantes que necesitaban hospitalidad. Había también muchos esclavos que no tenían casa propia, para los que sería un gran privilegio que se les permitiera entrar en un hogar cristiano. Era la mayor bendición el que los cristianos tuvieran hogares cristianos siempre abiertos en los que pudieran encontrarse con personas parecidas a ellos. Vivimos en un mundo en el que hay todavía muchos que están lejos de su hogar, muchos que son extranjeros en un lugar extraño, muchos que viven en condiciones en las que es difícil ser cristiano. La puerta de un hogar cristiano y la bienvenida de un corazón cristiano deberían estar siempre abiertas.
El dirigente cristiano debe tener facilidad para enseñar (didaktikós). Se ha dicho que su deber es «predicar a los inconversos y enseñar a los convertidos.» Hay que decir dos cosas acerca de esto. Uno de los desastres de los tiempos modernos es que el ministerio de la enseñanza de la Iglesia no se ejerce como es debido. Abunda la predicación sobre temas cualesquiera y la exhortación; pero sirve de poco el exhortar a ser cristiano cuando no se sabe lo que eso quiere decir. La instrucción es un deber primario del predicador y dirigente cristiano. La segunda cosa es la siguiente. La enseñanza más preciosa y más efectiva no se imparte hablando sino siendo. Hasta una persona que no tenga don de palabra puede enseñar vi-viendo de tal manera que se pueda ver en ella el reflejo del Maestro. Se ha dicho que un santo es alguien « en quien Cristo vive otra vez.»
El dirigente cristiano no debe ser una persona que le dé la paliza a los demás (pléktés, golpeador). Que esta advertencia no era innecesaria se ve en una de las primeras reglas de los Cánones Apostólicos: «Un obispo, sacerdote o diácono que golpee a los fieles cuando yerran, o a los incrédulos cuando cometen una injuria, y que desee por tales medios atemorizarlos, recomendamos que sea depuesto; porque el Señor no nos ha enseñado esto en ningún sitio. Cuando Le insultaban, Él no devolvía el insulto, sino por el contrario. Cuando Le golpeaban, Él no devolvía el golpe; cuando sufría, no amenazaba.» No es probable que ningún dirigente cristiano ahora golpee físicamente a otro cristiano; pero sigue presentándose el hecho de ejercer violencia, ser irascible, dominante, de mal genio y acción, cosas que le están prohibidas a un cristiano.
El dirigente cristiano debe ser benigno. En griego se usa la palabra epieikés, otra de esas palabras totalmente intraducibles.
El nombre es epiec7ceia, que Aristóteles describe como «lo que corrige la justicia» y lo que «es justo y mejor que la justicia.» Decía que era la cualidad que corrige la ley cuando la ley yerra por ser demasiado general. Lo que quiere decir es que a veces puede ser injusto el aplicar la estricta letra de la ley. Trench decía que epiefeia quiere decir «retirar de la letra del derecho para preservar mejor el espíritu del derecho;» y es « el espíritu que reconoce la imposibilidad de adscribirse a toda ley formal… que reconoce el peligro que siempre acecha en la aserción de los derechos legales, para que no se empujen hasta llegar a ser errores morales… el espíritu que rectifica y endereza la injusticia de la justicia.»
Aristóteles describe plenamente la acción de epieíkeia: «Perdonar las faltas humanas; mirar al legislador, no a la ley; a la intención, no a la acción; al todo, no a la parte; al carácter del actor en conjunto y no solamente en un momento determinado; recordar el bien antes que el mal, y el bien que uno ha recibido más bien que el que uno ha hecho; soportar la injuria; desear zanjar una cuestión con palabras mejor que con obras.» Si hay alguna cuestión en disputa, se puede resolver consultando un libro de práctica y procedimiento, o consultándoselo a Jesucristo. Si se trata de una cuestión en debate, se puede resolver por la ley, o por el amor. La atmósfera de muchas iglesias cambiaría radicalmente si hubiera en ellas más epieakeia.
El dirigente cristiano debe ser pacífico (ámajos). La palabra griega quiere decir indispuesto a pelear. Hay personas a las que les encanta apretar el gatillo en sus relaciones con otras personas. Pero el verdadero dirigente cristiano lo que quiere es mantener la paz con sus semejantes.
El dirigente cristiano debe estar libre del amor al dinero. No hace nunca nada simplemente para sacar provecho. Sabe que hay valores que están por encima del precio del dinero.