Así que, como un anciano más entre vosotros y testigo de los sufrimientos de Cristo y copartícipe de la . gloria que se va a revelar, exhorto a los ancianos que hay entre vosotros: Apacentad el rebaño de Dios que está a vuestro cargo, no porque os sentís obligados a hacerlo, sino por vuestra libre elección, que es como Dios quiere que lo hagáis; no por lo que podáis sacar de ello, sino con entusiasmo; no portándoos como tiranuelos de los que han sido asignados a vuestro cuidado, sino cumpliendo con vuestro deber como ejemplos del rebaño. Y cuando aparezca el Mayoral, recibiréis la inmarcesible corona de la gloria.
Pocos pasajes muestran tan claramente como éste la importancia de los ancianos en la Iglesia Primitiva. La palabra griega que los. designa es presbyteros; que ha dado la palabra presbítero y sus derivados, que en la Iglesia Católica Romana y-en general en las episcopales es lo mismo que sacerdote, pero que en el Nuevo Testamento se suele traducir por anciano: Es a ellos a los que Pedro dirige especialmente su carta; y él, que era el principal de los apóstoles,-no duda en llamarse compañero de ministerio de los ancianos. Valdrá la pena ver algo del trasfondo,e historia de los ancianos, el ministerio más antiguo e importante de la- Iglesia.
(i) Tiene untrasfondo judío. Los judíos trazaban el principio de los ancianos desde los días en que los israelitas viajaban por el desierto hacia la Tierra Prometida. Llegó un momento en que la carga del liderato era demasiado pesada para que Moisés la llevara solo; y, para ayudarle, se separaron setenta ancianos a los que se concedió una participación del espíritu de Dios (Números 11:16-30). Desde entonces los ancianos llegaron a ser una característica permanente de la vida judía. Los encontramos como los amigos de los profetas (2 Reyes 6:32); como los consejeros de los reyes (1 Reyes 20:8; 21:11); como los colaboradores de los príncipes en la administración de los asuntos de la nación (Esdras 10:8). Todos los pueblos y ciudades tenían sus ancianos; se reunían a la puerta, y dispensaban justicia al pueblo (Deuteronomio 25:7). Los ancianos eran los administradores de la sinagoga; no predicaban, pero eran responsables del buen gobierno y orden de la sinagoga, y ejercían la disciplina sobre sus miembros. Los ancianos formaban una gran sección del sanedrín, el tribunal supremo de los judíos, y se los menciona regularmente con los sumos sacerdotes y los gobernadores y los escribas y los fariseos (Mateo 16:21; 21:23; 26: 3, 57; 27:1, 3; Lucas 7: 3; Hechos 4: 5; 6:12; 24:1). En la visión de los lugares celestiales en Apocalipsis hay veinticuatro ancianos alrededor del trono. Los ancianos estaban entretejidos en la misma estructura del judaísmo, tanto en los asuntos civiles como en los religiosos.
(ii) El cargo de anciano tenía un trasfondo griego. Especialmente en las comunidades egipcias encontramos que los ancianos eran los líderes de la comunidad y los responsables de la conducta en asuntos públicos, como los concejales hoy en día. Encontramos a una mujer que había sufrido un asalto apelando a los ancianos por justicia. Cuando se recogían los cereales como tributo por la visita de un gobernador, encontramos que «los ancianos de los agricultores» eran los oficiales responsables. Los encontramos en relación con la promulgación de edictos públicos, del alquiler de tierras para pastos, de la recogida de impuestos. En Asia Menor, también,› los miembros `de los consejos se llamaban ancianos. Aun en las comunidades religiosas del mundo pagano encontramos «ancianos sacerdotes». que eran responsables de 1a disciplina. En cierto templo encontramos a los ancianos -sacerdotes resolviendo el caso de un- sacerdote al que se acusaba de dejarse el pelo demasiado largo y de usar, ropa de lana -un lujo afeminado del que un sacerdote no debiera haber sido culpable.
Podemos ver que mucho antes que el Cristianismo adoptara el, cargo de anciano ya- era un título de honor, tanto en el judaísmo como en el mundo grecorromano.
Cuando volvemos a la Iglesia Cristiana encontramos que el cargo de anciano era su ministerio básico.
Pablo tenía la norma de ordenar ancianos en todas las comunidades en las que predicaba y en todas las iglesias que fundaba. En su primer viaje misionero, ordenó ancianos en todas las iglesias (Hechos 14:14-23). Dejó a Tito en Creta para ordenar ancianos en todas la ciudades (Tiro 1:5). Los ancianos estaban a cargo de la administración económica de la iglesia; es a ellos a quienes Pablo y Bernabé entregaron el dinero que se mandaba para aliviar a los pobres de Jerusalén en el tiempo del hambre (Hechos 11:30). Los ancianos eran los consejeros y administradores de la iglesia. Los encontramos asumiendo el papel de líderes en el Concilio de Jerusalén, en el que se decidió abrir de par en par las puestas de la Iglesia a los creyentes gentiles. En ese Concilio se mencionan juntos los ancianos y los apóstoles como las principales autoridades de la Iglesia (Hechos 15:2; 16:4). Cuando llegó Pablo a Jerusalén en su última visita, fue a los ancianos a los que informó, y ellos los que sugirieron el curso de acción a seguir (Hechos 21:18-25). Uno de los pasajes más conmovedores del Nuevo Testamento es el de la despedida de Pablo a los ancianos de Éfeso. Allí encontramos que los ancianos, como él los consideraba, eran los supervisores -episkopoi- del rebaño de Dios y los defensores de la fe (Hechos 20:28s). Aprendemos de Santiago que los ancianos tenían una función sanadora en la iglesia mediante las oraciones y la unción con aceite (Santiago 5:14). En las Epístolas Pastorales aprendemos que eran gobernantes y maestros, y para entonces ya eran ministros pagados(] Timoteo 5:17; la frase doble honor se traduciría mejor por doble sueldo).