1 Pedro 2: Qué dejar y qué anhelar

Así que despojaos de todo lo malo del mundo pagano y de todo lo engañoso, actuación hipócrita y sentimientos de envidia, de todo chismorreo despectivo de los demás; y, como bebés recién nacidos, desead la leche sin adulterar de la Palabra para crecer hasta alcanzar la Salvación. Estáis obligados a ello si habéis saboreado la amabilidad del Señor.

Ningún cristiano se puede quedar como está, así es que Pedro exhorta a los suyos a romper con todo lo malo, y afirmar el corazón en todo lo que puede alimentar de veras la vida espiritual.

Hay cosas de las que uno tiene que despojarse. Apothesthai es la palabra para quitarse uno la ropa. Y hay cosas de las que un cristiano tiene que desvestirse como de la ropa sucia.

Ha de quitarse de encima todo lo malo del mundo pagano. La palabra para lo malo es kakía; es la palabra más general para maldad, e incluye todas las maneras malas del mundo sin Cristo. Las otras palabras son ilustraciones y especificaciones de esa kakía; y hay que advertir que son todas faltas del carácter que hieren la gran virtud del amor fraternal. No puede haber amor fraternal mientras existan estas cosas malas.

Está el engaño (dolos). Dolos es el truco del que se dedica a engañar a los demás para conseguir lo que se propone, el vicio de la persona que no tiene nunca miras limpias.

Está la hipocresía (hypókrisis). Hypokrités (hipócrita) es una palabra que tiene un historia curiosa. Es el nombre correspondiente al verbo hypokrínesthai, que quiere decir sencillamente contestar; un hypokrités no es más, en un principio, que uno que contesta. De ahí pasa a querer decir un actor, el que toma parte en un diálogo en la escena. Y de ahí pasa a significar un farsante, alguien que no hace más que representar, manteniendo ocultos su verdaderos motivos. El hipócrita es áquí el que pretende ser cristiano para sacar algún provecho y prestigio, no para servicio y gloria de Cristo.

Está la envidia (fthonos). Bien se puede decir que la envidia es el último pecado en morir. Asomaba su sucia cabeza hasta en el grupo de los apóstoles. Los otros diez les cogieron envidia a Santiago y a Juan cuando parecía que éstos les habían tomado la delantera en reservarse los puestos de honor en el Reino por venir (Marcos 10.-4). Hasta en la última Cena, los discípulos estaban discutiendo quiénes habían de ocupar los puestos más honorables (Lucas 22:24). Mientras el yo siga actuando en el corazón de la persona, habrá envidia en su vida. E. G. Selwyn llama a la envidia « la plaga endémica de todas las organizaciones voluntarias, y no menos de las religiosas.» C. E. B. Cranfield dice que «no tenemos que pasar mucho tiempo en lo que llamamos «el trabajo de la iglesia» para comprobar lo perenne fuente de problemas que es la envidia.»

Está el chismorreo despectivo de los demás (katalalía). Katalalía es una palabra que tiene un sabor desmido. Quiere decir hablar mal; es casi siempre el fruto de la envidia; por lo general aparece cuando su víctima no está presente para defenderse. No hay muchas cosas que sean tan atractivas como escuchar o repetir chismes jugosos. El chismorreo despectivo es algo que todos declaran que está mal, pero que al mismo tiempo casi todos practican y disfrutan. No cabe duda de que hay pocas cosas que produzcan tantos problemas y angustias y que sean tan destructivas del amor fraternal y de la unidad de la iglesia.

Estas son, pues, cosas que una persona nacida de nuevo debe quitarse de encima; puesto que, si sigue permitiéndoles que actúen libremente en su vida, dañarán la unidad de los hermanos.

En qué afirmar el corazón

Pero hay algo en lo que el cristiano debe afirmar el corazón. Debe anhelar la leche sin adulterar de la Palabra. El sentido de esta frase presenta alguna dificultad. Esa dificultad está en la palabra loguikós, que hemos traducido, con algunas versiones, de la Palabra. La Reina-Valera y otras tienen: la leche espiritual.

Loguikós es el adjetivo que se deriva del nombre logos, y la dificultad consiste en que tiene tres traducciones perfectamente posibles.

(a) Logos es la gran palabra estoica para la razón que guía el universo; loguikós es una palabra favorita de los estoicos que describe lo que tiene que ver con esta razón divina que gobierna todas las cosas. Si esta es la conexión de esta palabra no cabe duda de que espiritual es su significado.

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