(ii) El amor tiene una doble relación con Dios. Es sólo conociendo a Dios como aprendemos a amar; y es sólo amando como aprendemos a conocer a Dios (versículos 7 y 8). El amor procede de Dios, y conduce a Dios.
(iü) Es por el amor como se conoce a Dios (versículo 12). No podemos ver a Dios, porque Dios es Espíritu; lo que sí podemos ver es Su efecto. No podemos ver el viento, pero podemos ver lo que hace. No podemos ver la electricidad, pero podemos ver los efectos que produce. El efecto de Dios es el amor. Es cuando Dios entra en una persona cuando la persona está revestida con el amor de Dios y el amor del hombre. Dios Se conoce por Su efecto en esa persona. Se ha dicho: «Un santo es una persona en quien Cristo vive otra vez.» Y la mejor demostración de Dios no viene de la discusión, sino de una vida de amor.
(iv) El amor de Dios se demuestra en Jesucristo (versículo 9). Cuando miramos a Jesús vemos dos cosas acerca del amor de Dios. (a) Es un amor que no se reserva nada. Dios estuvo dispuesto en Su amor por los hombres a dar a Su Hijo único y a hacer un sacrificio que es absolutamente imposible superar. (b) Es un amor totalmente inmerecido. No sería tan extraordinario si nosotros Le amáramos a Él por todas las cosas que Él nos ha dado, hasta aparte de Jesucristo; lo maravilloso es que Él ame a criaturas desagradecidas y desobedientes como nosotros.
(v) El amor humano es la respuesta al amor divino. Nosotros amamos porque Dios nos amó. Es la visión de Su amor lo que despierta en nosotros el deseo de amarle como Él nos amó a nosotros antes, y de amar a nuestros semejantes como Él los ama.
(vi) Cuando llega el amor, el temor se tiene que marchar (versículos 17 y 18). El temor es la emoción característica de alguien que espera que le castiguen. Mientras veamos a Dios como el Juez, el Rey, el Legislador, no puede haber en nuestro corazón nada más que temor, porque ante un Dios así no podemos esperar nada más que el castigo. Pero una vez que conocemos la verdadera naturaleza de Dios, el amor absorbe el temor. El único temor que permanece es el temor de ofender Su amor por nosotros.
(vii) El amor de Dios y el amor del hombre están indisolublemente vinculados (versículos 7, 11, 20s). Como dice hermosamente C. H. Dodd: « La energía del amor se descarga por líneas que forman un triángulo cuyos vértices son ,Dios, el yo y el prójimo.» Si Dios nos ama, estamos obligados a amarnos unos a otros; porque nuestro destino es reproducir la vida de Dios en la humanidad, y la vida de la eternidad en el tiempo. Juan dice, con una claridad casi cruda, que el que pretenda amar a Dios y aborrezca a su hermano, no es nada más que un mentiroso. La única manera de probar que amamos a Dios es amando a los hombres, a los que Dios ama. La única manera de probar que Dios está en nuestros corazones es mostrar constantemente el amor a los hombres en nuestras vidas.
Dios es amor
En este pasaje encontramos lo que es probablemente la más grande afirmación acerca de Dios en toda la Biblia: que Dios es amor. Es maravilloso descubrir la cantidad de puertas que abre esa sencilla afirmación, y la cantidad de preguntas que contesta. (i) Es la explicación de la Creación. Algunas veces no podemos evitar preguntarnos por qué creó Dios este mundo. La desobediencia, la falta de respuesta de los hombres, son un constante dolor para Él. ¿Por qué había Dios de crear un mundo que no Le habría de reportar nada más que problemas? La respuesta es que la Creación era esencial a Su misma naturaleza. Si Dios es amor, no puede existir en una soledad aislada. El amor necesita tener a alguien que amar, y a alguien que le ame.
(ii) Es la explicación del libre albedrío. A menos que el amor sea una respuesta libre, no es amor. Si Dios no hubiera sido nada más que Ley, podría haber creado un mundo en el que las personas se movieran como autómatas, sin más libertad que la de las máquinas. Pero, si Dios hubiera hecho así a los hombres, no habría habido ninguna posibilidad de una relación personal entre Él y ellos. El amor es por necesidad la libre respuesta del corazón; y, por tanto, Dios, mediante un acto deliberado de autolimitación, tenía que dotar a los hombres de libre albedrío.
(iii) Es la explicación de la Providencia. Si Dios no hubiera sido más que mente y orden y ley, habría, por así decirlo, creado el universo, le habría dado cuerda, lo habría puesto en marcha, y lo habría dejado. Hay artículos y máquinas que se nos invita a comprar simplemente porque podemos ponerlas en funcionamiento y olvidarlas. Su cualidad más atractiva es que funcionan automáticamente. Pero, porque Dios es amor, a Su acto creador siguió Su cuidado constante.
(iv) Es la explicación de la Redención. Si Dios no hubiera sido más qué Ley y Justicia, habría dejado a los hombres a las consecuencias de su pecado. La ley moral operaría: el alma que pecare, moriría; y la justicia eterna distribuiría los castigos inexorablemente. Pero el mismo hecho de que Dios es amor quiere decir que tenía que buscar y salvar lo que se había perdido. Tenía que encontrarle un remedio al pecado.
(v) Es la explicación de la otra vida. Si Dios fuera simplemente Creador, los seres humanos viviríamos nuestro breve espacio, y moriríamos para siempre. La vida que acababa en la Tierra sería solamente otra florecilla más que la escarcha de la muerte helaría bien pronto. Pero el hecho de que Dios es amor hace cierto que los azares y avatares de la vida no tienen la última palabra, y que Su amor ajustará de nuevo los desequilibrios de esta vida.
Hijo de Dios y Salvador del mundo
Antes de dejar este pasaje debemos notar que tiene también grandes cosas que decir acerca de Jesucristo.
(i) Nos dice que Jesús es el Que trae la vida. Dios Le envió para que pudiéramos tener la vida por medio de Él (versículo 9). Hay una diferencia abismal entre la existencia y la vida. Todas las criaturas tienen existencia, pero no todas tienen vida. Y lo mismo se puede decir de las personas. La misma ansiedad con que los hombres buscan el placer prueba que hay algo que falta en sus vidas. Un famoso doctor dijo una vez que la humanidad llegaría a encontrar la cura del cáncer más rápidamente que la cura del aburrimiento. Jesús le da a la persona una razón para vivir; le da fuerza para vivir, y le da paz para vivir. Vivir con Cristo convierte la mera existencia en plenitud de vida.