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1 de Samuel 6: Los filisteos devuelven el Arca

Entrada en Betsemes

Betsemes en heb. quiere decir “casa del sol” aunque no sabemos por qué. Era la ciudad más cercana a Ecrón, a unos 25 km. al este, dentro del territorio de Israel. Tuvo después una historia bastante ilustre, generalmente mencionada en el contexto de las batallas realizadas en o alrededor de ella. Hubiera sido mayo o junio cuando el arca llegó a Betsemes. Este parece haber sido el caso por la siega del trigo y siendo así, la gente hubiese estado en el campo trabajando.

Al ver el arca y contemplar la importancia de la situación, el regocijo no conocía límites. Puesto que era una ciudad levita, los hombres hubieran sabido qué hacer. Valiéndose de la madera de la carreta y la proximidad de una gran piedra, hicieron sacrificar las dos vacas en holocausto a Dios. Realmente estos dos animales satisfacían los requisitos de Números para la purificación de la inmundicia. Y no solamente esto, sino que también hicieron holocaustos y ofrecieron sacrificios, festejando esta gran ocasión. La vaca muerta fuera del campamento tiene su cumplimiento en la persona del Salvador quien murió por nosotros fuera del campamento. Según el texto, la piedra quedaba como testimonio perpetuo del regreso del arca en victoria. En el AT el adorador se acercaba a Dios por medio del sacrificio, presentándose el sacrificio por los pecados y los sacrificios de paz en acción de gracias (Leversículo 3). Son ofrendas voluntarias y como tal suben a Dios como sacrificios de olor grato cumplidos en Cristo. Todo esto le hubiera agradado a Dios.

Pero la historia del arca en Betsemes terminó mal. Los hombres en su profana curiosidad miraron dentro del arca, algo especificamente prohibido en Numeros 4:20. La LXX dice aquí: “Vieron el arca”, pero el hebreo dice: “Miraron adentro.” Parece que el texto hebreo está en lo cierto. Los hombres se acercaron indebidamente en su desobediencia sin guardar la santidad y reverencia que demandaba la ley. La pena de muerte fue aplicada inmediatamente por Dios mismo y murieron 70 de ellos. El hebreo aquí dice 50.070, lo que realmente presenta un problema. La pequeña ciudad no hubiera tenido una población tan grande. Además, el orden de las palabras en el hebreo no es común ni usual para expresar un número como este. Flavio Josefo, el historiador judío del siglo I d. de J.C., dice que solamente 70 murieron en Betsemes. Unos cuantos manuscritos antiguos escritos en hebreo tampoco incluyen el número 50.000. Por estas razones los traductores de la RVA han puesto setenta, calculando que este habrá sido el número originalmente escrito y que por un error cometido más tarde, un copista hubiera puesto 50.070.

La pregunta del versículo 20 establece el pavor del pueblo ante esta demostración del tremendo poder de Dios. Es la reacción de hombres asombrados por la santidad de Jehová y profundamente conscientes de su propia indignidad. Como dice Hebreos 10:31 : i ¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivoi ! Su última pregunta es: “¿Quién pueda dar lugar al arca? ¿Quién puede tomarla para que salga de aquí?” La respuesta a esa pregunta viene pronto.

El procedimiento irreverente de las cosas sagradas

1. Al establecer Dios la ley del santuario y designar cuidadosamente las tareas que debían cumplir los levitas, la orden dada a Moisés y Aarón fue que cuando se acercaran al lugar santísimo vivieran, y no murieran cuando se acercaran a las cosas más sagradas y no debían ver ni por un instante las cosas cubiertas

2. ¿Pero qué hicieron los hombres de BetSemes?. Exactamente lo contrario: procedieron irreverentemente con las cosas sagradas contenidas en el Arca. El resultado: 50.070 murieron aquel día: Y lloró el pueblo…

3. Hay gente que se acerca a las cosas sagradas solamente por curiosidad sin más intención que manipular aquellas cosas que Dios puso a nuestro alcance.

4. BetSemes («casa del sol») era una ciudad levítica ubicada a pocos km. de Jerusalén, que sería el destino final donde debía permanecer el Arca. Los de BetSemes la pasaron a Quiriatjearim y quedó en custodia en casa de Abinadab, y luego a la casa de Obededom, 70 años antes de llegar a Jerusalén donde la trajo David con alegría

5. Hay lecciones en la vida que tienen un precio muy alto; pero queda claro que cuando se trata de mandatos divinos y de amar, respetar y reverenciar todo lo que atañe al culto y las cosas de Dios, él nos reserva bendiciones al guardar su Palabra.

6. El Arca ha dejado de ser el símbolo de la presencia de Dios desde el momento que Jesucristo, el Señor y Mesías el Verbo de Dios hecho carne se hizo presente y el poder del Espíritu Santo nos guía de día y de noche.

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