¿Por qué murió la gente que miró dentro del arca? Los israelitas habían hecho del arca un ídolo. Habían tratado de aprovechar el poder de Dios, para usarlo para sus propios propósitos (victoria en la batalla). Pero el Señor del universo no puede ser controlado por los humanos. Para proteger a los israelitas de su poder, El les había advertido que ni siquiera miraran los objetos sagrados del santuario que estaban en el Lugar Santísimo o morirían. Debido a su desobediencia, Dios llevó a cabo su juicio prometido.
Dios no puede permitir que la gente piense que puede utilizar su poder para sus propios fines. No puede permitir que pasen por alto sus advertencias y vayan ante su presencia a la ligera. El no quiere que el ciclo de desacato, desobediencia y derrota comience una vez más. Dios no mató a los hombres de Bet-semes sólo por ser cruel, los mató porque si pasaba por alto su pecado de presunción, estaría empujando a la nación entera de Israel a que pasara por alto a Dios.
1 de Samuel 6:20 Los de Bet-semes dijeron: «¿Quién podrá estar delante de Jehová, el Dios santo? ¿A quién la enviaremos nosotros?».
1 de Samuel 6:21 Entonces enviaron mensajeros a los habitantes de Quiriat-jearim, diciendo: «Los filisteos han devuelto el Arca de Jehová; descended, pues, y lleváosla».
El arca castiga a Betsemes
Envío de los filisteos
El texto nos da la impresión de que el arca había permanecido sólo unas cuantas semanas con los filisteos. Nos sorprendemos de que hubieran sido siete meses. Es evidente que a pesar del duro trato que recibieron, a malas ganas llegaron a optar por el regreso del arca a Judá. El diablo no se rinde fácilmente.
Al pensar en regresarla, consultaron a sus sacerdotes y adivinos. Era la costumbre de las naciones paganas consultar así a sus curanderos. El faraón llamó a sus sabios y hechiceros al ser confrontado por Moisés. Los filisteos recordaron ese evento de Egipto. El consejo dado a los príncipes tenía el propósito de aplacar la ira de un dios poderoso, y por temor ese consejo fue aceptado ciegamente. Estos adivinos funcionaban al nivel sobrenatural, recibiendo su poder del diablo, como también los hechiceros del faraón. Podría ser impresionante la autoridad que ejercían. Sólo Dios puede deshacer las señales de los adivinos y librarnos de la esclavitud de su temor.
El versículo 4 correctamente traduce ofrenda por la culpa y no “expiación”. Es interesante ver la diferencia entre lo que Dios demanda por la culpa o el pecado, y lo que exigían los adivinos paganos. ¡Por un lado es un carnero sacrificado, y por el otro unas figuras de tumores y ratones! Probablemente los filisteos pensaban que así enviarían lejos la plaga o peste. Es un acto simbólico para ellos con el cual pensaban deshacerse de la terrible realidad. ¡Qué contraste hay entre el resultado de estos dos procedimientos! Dios dice en Levítico 6:7 : Será perdonado de cualquiera de las cosas que hizo… Los adivinos dicen en el versículo 5 aquí: Quizás aligere el peso de su mano sobre vosotros. Nunca había seguridad. No puede haber seguridad cuando uno no obedece la Palabra de Dios. La palabra aligere es lo opuesto y contrario de la palabra usada en el 5:11, agravado. La mano de Dios “agravaba” o pesaba sobre ellos. Aligerar representa el alivio o levantar el peso de su mano que les apretaba con peste y plaga.
¿Seguían pensando los filisteos que podría ser pura casualidad todo esto? Su incredulidad les motivó a idear una última prueba de la realidad del origen divino de esta peste. Una carreta nueva tirada por dos vacas que estuvieran criando. Ellas nunca habían sentido el peso del yugo y además su instinto maternal las haría volver en pos de los terneros. Sólo un milagro de la intervención divina podría inducirlas a seguir adelante hacia territorio judío. Otra vez, fue una confrontación entre el Dios vivo y verdadero y las potestades de las tinieblas. Dios triunfó.