1 de Samuel 4: El arca capturada por los filisteos

El arca era un cajón cuyas dimensiones se describen en Exodo 25. El nombre arca en hebreo quiere decir caja y no es la misma palabra traducida arca referente al barco de Noé o la arquilla en que escondieron a Moisés; esas son más bien naves. El arca como mueble fue pequeña: 1, 20 m. de largo y 0, 70 m. de ancho y de alto. Pero su importancia fue inmensa. De hecho, el arca estaba en el lugar santísimo, donde Dios manifestaba su presencia en gloria. Es evidente que era un tipo o símbolo de Jesucristo puesto que el Dios único que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Hay siete nombres que se le dan al arca. Se le llama arca del testimonio, arca del pacto, arca de Jehová, arca de Dios, arca del Señor Jehová, arca sagrada y arca de tu poder.

Por cuanto el arca representaba la presencia de Dios, el pueblo de Israel pensaba que su presencia material entre ellos sería garantía de victoria, sea cual fuere su estado espiritual. Ya habían perdido 4.000 hombres en la primera refriega. Su conflicto con los filisteos ya había durado muchos años. Más de 100 años habían pasado desde que Samgar mató a 600 filisteos con una aguijada de buey. En su desesperación, el pueblo hizo traer el arca confiando en su poder sobrenatural para darle victoria. Aun los filisteos creían que Dios mismo había llegado al campamento. Pronto descubren que el arca no es un talismán cualquiera.

El arca

1. El arca del Señor, que escrituralmente aparece con diferentes nombres, como de la Alianza, del Pacto, del Testimonio, del Dios de Israel, o simplemente el arca, entre otros, es el símbolo de la estrecha relación de Dios y su presencia en medio de su pueblo.

2. El arca entra en escena al pasar los israelitas el Jordán, (Jos. 3 ss.) De aquí en más, el arca acompañará una gran parte de la historia de Israel como mensaje de la presencia conductora de su pueblo, y dejará de serlo cuando se transforme en un objeto, o algo así como un amuleto que determinará el éxito o el fracaso de la nación.

El arca capturada por los filisteos

Le toca a un benjamita, huyendo a su casa, llevar las tristes noticias a Silo. Llegó con los vestidos rasgados y tierra sobre su cabeza, señal de su gran angustia. Los judíos manifestaban su congoja de distintas maneras. Se vestían de cilicio para afligir su cuerpo. A veces se golpeaban el pecho. Siempre lloraban copiosamente y los hombres solían arrancarse pelo de su cabeza y barba. El benjamita llegó a Silo a contar las noticias a todo el pueblo. Como comentamos en la sección Deuteronomios 3:1-10, el lugar del tabernáculo en Silo tenía acceso solamente por el lado de la ciudad. El hombre hubiera llegado primeramente a la ciudad y Elí, sentado cerca del tabernáculo, hubiese escuchado el estruendo del griterío sin saber de qué se trataba.

Al fin llegó a contar las nuevas a Elí. Habían muerto 30.000 hombres en la guerra. Elí soportó esa desgracia. Ofni y Fineas murieron. Elí recibió esas noticias con resignación. Pero cuando se enteró del arca no pudo resistir más. En su pesadumbre, cayó para atrás y murió. Elí es un nombre hebreo que quiere decir “elevado”. Aquí vemos escrita la triste historia de su humillación. Se estaban cumpliendo las palabras proféticas Deuteronomios 2:31. Pero no sólo eso. El arca fue entregada en manos de los gentiles. Y siendo tipo de Jesucristo, nos hace pensar en la humillación del Hijo de Dios al ser entregado en manos de los gentiles. Y siendo entregado, murió como nuestro sumo sacerdote. No murió por su propio pecado sino por nuestros pecados. A pesar de la gran derrota de Israel y la captura del arca, al fin vendría victoria. Y nosotros tenemos la victoria en Cristo Jesús.

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