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1 de Samuel 31: La última batalla de Saúl

1 de Samuel 31:1  Los filisteos pelearon contra Israel y los hombres de Israel huyeron delante de los filisteos y cayeron muertos en el monte Gilboa.

La victoria de David contrasta con la derrota de Saúl.

Los filisteos se ganaron muy bien la reputación de torturar a sus cautivos. Sin duda Saúl conocía acerca del destino de Sansón y no quiso arriesgarse a una mutilación física ni a otro abuso. Cuando su escudero se negó a matarlo, él se quitó la vida.

1 de Samuel 31:2  Los filisteos persiguieron muy de cerca a Saúl y a sus hijos, y mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl.

1 de Samuel 31:3  Y arreció la batalla contra Saúl, los arqueros lo alcanzaron y fue gravemente herido por ellos.

Saúl era alto, atractivo, fuerte, rico y poderoso. Pero todo esto no fue suficiente para hacerlo alguien digno de imitar. Era físicamente alto, pero pequeño ante los ojos de Dios. Era atractivo, pero su pecado lo hizo horrible. Era fuerte, pero su falta de fe lo hizo débil. Era rico, pero espiritualmente estaba en bancarrota. Podía dar órdenes a muchos, pero no les pudo ordenar que le respetaran ni le fueran leales. Saúl tenía muy buena apariencia externa, pero la interna estaba en decadencia. Una buena relación con Dios y un carácter firme son mucho más valiosos que una buena apariencia externa.

1 de Samuel 31:4  Entonces Saúl dijo a su escudero: Saca tu espada y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y me traspasen y hagan burla de mí. Pero su escudero no quiso, porque tenía mucho miedo. Por lo cual Saúl tomó su espada y se echó sobre ella.

Tenía gran temor porque el deber de los escuderos era cuidar la vida del rey.

El escudero de Saúl se enfrentó a un dilema moral: ¿Debía cumplir una orden pecaminosa que provenía de un hombre que se suponía debía obedecer? Sabía que debía obedecer a su Señor, el rey, pero también sabía que el asesinato era pecado. Decidió no matar a Saúl.

Existe una diferencia entre seguir una orden con la que no está de acuerdo y seguir una que sabe que es pecado. Nunca es bueno ni ético llevar a cabo una mala acción, sin importar quién dé la orden ni cuáles sean las consecuencias por la desobediencia. ¿Qué es lo que conforma su decisión cuando se enfrenta a un dilema moral? Tenga el valor de cumplir la ley de Dios por encima de las órdenes humanas.

Saúl se enfrentó a la muerte de la misma manera que se había enfrentado a la vida. Tomó los asuntos en sus manos sin pensar en Dios ni pedirle su dirección. Si nuestra vida no es como la deseamos, no podemos suponer que vendrá un cambio con mayor facilidad en el futuro. Cuando estemos cerca de la muerte, responderemos a Dios de la misma manera que le respondimos en todo este tiempo. Vernos cara a cara con la muerte solo nos muestra lo que en verdad somos. ¿Cómo quisiera enfrentarse a la muerte? Comience ahora mismo a enfrentar  la vida de esta manera.

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