1 de Samuel 14: La hazaña de Jonatán

1 de Samuel 14:36 Dijo Saúl: –Descendamos esta noche contra los filisteos y los saquearemos hasta la mañana; no dejaremos de ellos ninguno. Ellos dijeron: –Haz lo que bien te parezca. Dijo luego el sacerdote: –Acerquémonos aquí a Dios.

1 de Samuel 14:37 Y Saúl consultó a Dios: «¿Debo descender tras los filisteos? ¿Los entregarás en manos de Israel?». Pero Jehová no le dio respuesta aquel día.

1 de Samuel 14:38 Entonces dijo Saúl: –Venid acá todos los principales del pueblo, averiguad y ved en qué ha consistido este pecado de hoy.

Saúl concluye correctamente que no se ha recibido respuesta de Dios a causa del pecado cometido en el campamento.

1 de Samuel 14:39 ¡Vive Jehová!, que ha salvado a Israel, que aunque se trate de mi hijo Jonatán, de seguro morirá. Y no hubo en todo el pueblo quien le respondiera.

Esta es la segunda maldición necia de Saúl. La primera de ellas fue porque estaba sumamente ansioso de derrotar a los filisteos y quería dar a los soldados un incentivo para terminar la batalla rápidamente. En la Biblia, Dios nunca pidió a la gente que hiciera juramentos o votos, pero si los hacían, esperaba que los cumplieran.

El voto de Saúl fue algo que Dios no hubiera aprobado, pero seguía siendo un voto. Y sin embargo, Jonatán, a pesar de que no sabía acerca del voto de Saúl, fue encontrado culpable de romperlo. Al igual que Jefté, Saúl hizo un voto que ponía en peligro la vida de su propio hijo. Afortunadamente, el pueblo intervino y salvó la vida de Jonatán.

Saúl había dado una orden tonta y había hecho que sus hombres pecaran, pero no quería retractarse ni aunque tuviera que matar a su propio hijo. Cuando hacemos declaraciones tontas, es difícil reconocer que estamos equivocados. Nos aferramos a lo que hemos dicho para salvar las apariencias, lo que suele agravar el problema. Sin embargo, se requiere más valor para reconocer un error que para aferrarnos a lo que hayamos hecho.

1 de Samuel 14:40 Dijo luego a todo Israel: –Vosotros estaréis a un lado, y yo y Jonatán, mi hijo, estaremos al otro lado. –Haz lo que bien te parezca –respondió el pueblo a Saúl. 

1 de Samuel 14:41 Entonces dijo Saúl a Jehová, Dios de Israel: –Da a conocer la verdad. La suerte cayó sobre Jonatán y Saúl, y el pueblo quedó libre.

1 de Samuel 14:42 Saúl dijo: –Echad suertes entre mí y mi hijo Jonatán. Y la suerte cayó sobre Jonatán.

1 de Samuel 14:43 Entonces Saúl dijo a Jonatán: –Cuéntame lo que has hecho. Jonatán respondió: –Ciertamente gusté un poco de miel con la punta de la vara que traía en mi mano; ¿y he de morir?

El carácter espiritual de Jonatán era diametralmente opuesto al de Saúl. Jonatán reconoció lo que había hecho y no trató de presentar excusas. Aun cuando no sabía de la orden de Saúl, Jonatán estuvo dispuesto a aceptar las consecuencias de sus acciones. Cuando haga algo equivocado, incluso sin quererlo, actúe como Jonatán, no como Saúl.

1 de Samuel 14:44 Saúl le dijo: –Traiga Dios sobre mí el peor de los castigos,[n] si no te hago morir, Jonatán.

Saúl hizo otra declaración necia, esta vez porque estaba más preocupado por salvar las apariencias que por tener la razón. Perdonar la vida a Jonatán era reconocer que había actuado neciamente, lo que era una vergüenza para un rey. Saúl estaba más interesado en proteger su imagen que en cumplir su voto. Afortunadamente, el pueblo acudió en rescate de Jonatán. No sea como Saúl. Reconozca sus errores y muestre que está más interesado en lo que es correcto que en mostrar una buena imagen de sí mismo.

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