1 de Samuel 10: El ungimiento y las tres señales

1 de Samuel 10:1 Tomó entonces Samuel[a] una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, lo besó, y le dijo: –¿No te ha ungido[b] Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?[c]

Aceite : A lo largo de toda la Escritura simboliza al Espíritu Santo. Esta es la primera referencia que aparece en la Biblia de alguien ungido con aceite, aparte de los sacerdotes ungidos en el santuario. Evidentemente, a la monarquía se le estaba dando tanta importancia como al sacerdocio.

Cuando un rey israelita ascendía al trono no era sólo coronado sino ungido. La coronación era el acto político para establecer al rey como gobernante, la unción era el acto religioso para hacerlo representante de Dios ante el pueblo. Un rey siempre era ungido por un sacerdote o un profeta. El aceite especial para la unción era una mezcla de aceite de oliva, mirra y de otras especias caras. Era derramado sobre la cabeza del rey para simbolizar la presencia y el poder del Espíritu Santo de Dios en su vida. Esta ceremonia de unción era para recordarle al rey su gran responsabilidad de guiar a su pueblo por medio de la sabiduría de Dios, y no por cuenta propia.

1 de Samuel 10:2 Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel,[d] en Selsa,[e] en el territorio de Benjamín, los cuales te dirán: “Las asnas que habías ido a buscar se han hallado; tu padre ha dejado ya de inquietarse por las asnas, y está afligido por vosotros, y dice: ‘¿Qué haré acerca de mi hijo?’ ”.

Sepulcro de Raquel : Raquel era la esposa de Jacob que murió al dar a luz a su hijo Benjamín, cuyo nombre fue adjudicado a una de las tribus israelitas. Su tumba está entre Jerusalén y Belén.

1 de Samuel 10:3 Más adelante, cuando llegues a la encina de Tabor,[f] te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Dios, en Bet-el, llevando uno tres cabritos, otro tres tortas de pan y el tercero una vasija de vino.

La encina : Un gran árbol parecido al olmo que servía de señal en el camino a Bet-el.

1 de Samuel 10:4 Luego que te hayan saludado, te darán dos panes, que tú tomarás de su mano.

El saludo y el ofrecimiento de los panes debían ser recibidos por Saúl como el homenaje que se le tributaba en su condición de ungido de Dios.

1 de Samuel 10:5 Después de esto llegarás al collado de Dios,[g] donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres en la ciudad encontrarás una compañía de profetas[h] que descienden del lugar alto, precedidos de salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando.

Gabaa, cuyo nombre significa collado de Dios , era el hogar de Saúl. Samuel fue el primer profeta de los alrededores que reunió a una colonia de jóvenes con el propósito de estudiar y dedicarse al servicio de Dios. Tal compañía de profetas se formó en Ramá, el pueblo natal de Samuel. La música constituía una parte importante de sus expresiones de alabanza y se la componía frecuentemente bajo el espíritu de profecía que venía del Señor.

1 de Samuel 10:6 Entonces el espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre.

Saúl sería mudado en otro hombre, esto es, transformado y ungido por el poder del Espíritu de Dios.

¿Cómo pudo Saúl estar tan lleno del Espíritu y más tarde cometer esos actos tan perversos? A lo largo del Antiguo Testamento, el Espíritu de Dios venía a una persona de manera temporal para que así Dios lo pudiera utilizar para grandes obras. Esto sucedió con frecuencia a los jueces de Israel cuando fueron llamados por Dios para rescatar a la nación. No era una influencia constante ni permanente, sino una manifestación temporal del Espíritu Santo. Incluso, en tiempos del Antiguo Testamento, el Espíritu caía sobre personas que no eran creyentes para capacitarlos para realizar tareas inusuales. El Espíritu Santo confería poder a la persona para hacer lo que Dios pedía, pero eso no siempre producía el fruto total del Espíritu, y les faltaba, digamos, dominio propio. En sus primeros años de rey, Saúl fue una persona diferente como resultado de la obra del Espíritu Santo en él. Pero conforme creció en poder, también creció en arrogancia. Después de un tiempo de que se negó a buscar a Dios, el Espíritu lo abandonóx y se desvaneció su buena a actitud.

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