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1 de Reyes 19: Elías huye a Horeb

1 de Reyes 19:1  Elías huye a Horeb. Acab dio a Jezabel la noticia de todo lo que Elías había hecho y de cómo había matado a espada a todos los profetas.

1 de Reyes 19:2  Entonces envió Jezabel[a] a Elías un mensajero para decirle: «Traigan los dioses sobre mí el peor de los castigos, si mañana a estas horas no he puesto tu persona como la de uno de ellos».

Jezabel estaba furiosa por la muerte de sus profetas porque le habían dicho todo lo que ella quería escuchar, profetizando su futuro de poder y gloria. El trabajo de ellos era deificar al rey y a la reina, y ayudar a perpetuar su reino. Jezabel también estaba enojada porque la gente que la apoyaba había sido eliminada, y su orgullo y autoridad habían sido dañados. El dinero que había invertido en estos profetas estaba ahora perdido.

Elías, el que causó la muerte de los profetas, era una espina clavada en Jezabel porque siempre estaba prediciendo oscuridad y fatalidad. Debido a que no pudo controlar sus acciones, hizo un voto para matarlo. Mientras el profeta de Dios estuvo ahí, ella no pudo llevar a cabo todo el mal que quería.

1 de Reyes 19:3  Viendo Elías el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida. Al llegar a Beerseba,[b] que está en Judá, dejó allí a su criado.

Elías experimentó la intensidad de la fatiga y del desaliento después de sus dos grandiosas victorias espirituales: la derrota de los profetas de Baal y la respuesta a su oración por lluvia. A menudo, después de grandes victorias espirituales, llega el desaliento, especialmente aquellas que requieren esfuerzo físico o que producen una gran emoción. Para sacarlo de la depresión, Dios permitió primero que Elías comiera y descansara. Luego, lo confrontó con la necesidad de regresar a su misión en la vida: hablarle de parte de Dios a Israel. Las batallas de Elías no se habían terminado, todavía había trabajo que realizar. Cuando se sienta deprimido después de una gran experiencia espiritual, recuerde que el propósito de Dios para su vida todavía no se ha terminado.

1 de Reyes 19:4  Luego de caminar todo un día por el desierto, fue a sentarse debajo de un enebro.[c] Entonces se deseó la muerte y dijo: «Basta ya, Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres».[d] 

Elías dependía tanto de Dios que quería morir.

1 de Reyes 19:5  Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; pero un ángel lo tocó, y le dijo: «Levántate y come». 

1 de Reyes 19:6  Miró y vio a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas y una vasija de agua; comió, bebió y volvió a dormirse.

1 de Reyes 19:7  Regresó el ángel de Jehová por segunda vez, lo tocó y le dijo: «Levántate y come, porque largo camino te resta». 

1 de Reyes 19:8  Se levantó, pues, comió y bebió. Fortalecido con aquella comida anduvo cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.[e]

El nombre de Horeb es una variante para designar al monte Sinaí, el cual estaba a casi 300 km de Beerzeba. Elías iba al mismo lugar donde el Señor se reveló a Moisés y a los hijos de Israel.

Cuando Elías huyó al monte Horeb, estaba regresando al lugar sagrado donde Dios le dio a Moisés sus leyes para la humanidad. Obviamente, Dios le dio a Elías una fuerza especial para viajar esta gran distancia sin comida adicional. Como Moisés antes que él y como Jesús después de él, Elías ayunó cuarenta días y cuarenta noches. Siglos más tarde, Moisés, Elías y Jesús estarían juntos en la cima de una montaña.

1 de Reyes 19:9  Allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Llegó a él palabra de Jehová, el cual le dijo:  –¿Qué haces aquí, Elías?[f] 

1 de Reyes 19:10  Él respondió:  –He sentido un vivo celo por Jehová, Dios de los ejércitos, porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida. 

Elías pensó que era la única persona que todavía seguía leal a Dios. Después de experimentar una gran victoria en el monte Carmelo, tuvo que huir para salvar su vida. En su soledad y desaliento, se olvidó de que había otros que permanecieron fieles a Dios en medio de la maldad de la nación. Cuando se vea tentado a sentir que es el único que permanece fiel a una tarea, no se detenga para sentir lástima por usted mismo. La autocompasión diluirá lo bueno que está haciendo. Esté seguro que, aunque no sepa quiénes son, hay otros que están obedeciendo fielmente a Dios y llevando a cabo sus deberes.

1 de Reyes 19:11  Jehová le dijo:  –Sal fuera y ponte en el monte delante de Jehová. En ese momento pasaba Jehová, y un viento grande y poderoso rompía los montes y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Tras el viento hubo un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.

Elías había acabado de retar y derrotar a 450 profetas de Baal y confrontado al mismo Acab. Evidentemente, Jezabel no había estado presente en el monte Carmelo y la carrera de Elías representaba un nuevo peligro para ella. Este corrió a Beerseba, que es la ciudad más meridional del reino de Judá al sur.

El Señor no se reveló a Elías de la manera espectacular que se había revelado a Moisés. Dios dirige a este desalentado y viejo profeta palabras amables.

Elías conocía el susurro gentil de la voz de Dios. Se dio cuenta de que Dios no se revela a sí mismo solamente en formas milagrosas y poderosas. Buscar a Dios sólo en cosas grandes (reuniones populares, iglesias, conferencias, líderes muy reconocidos) puede significar perderlo, porque a menudo se encuentra en un susurro, en la tranquilidad de un corazón humilde. ¿Escucha usted a Dios? Retírese del ruido y de la actividad de su vida ocupada, y escuche humilde y tranquilamente la dirección de El. Puede llegar cuando menos la espere.

1 de Reyes 19:12  Tras el terremoto hubo un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego se escuchó un silbo apacible y delicado.

1 de Reyes 19:13  Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto,[g] salió y se puso a la puerta de la cueva. Entonces le llegó una voz que le decía: –¿Qué haces aquí, Elías? 

1 de Reyes 19:14  Él respondió: –He sentido un vivo celo por Jehová, Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares y han matado a espada a tus profetas. Solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida.[h] 

Cuando Dios pregunta, Elías se compadece a sí mismo. En lugar de rechazarlo, el Señor le abre el camino del retiro. El mandato de ungir a Eliseo equivalía a traspasar su autoridad y poder al nuevo profeta

1 de Reyes 19:15  Jehová le dijo:  –Ve, vuelve por el mismo camino, hacia el desierto de Damasco. Llegarás y ungirás a Hazael como rey de Siria.[i]

Dios le pidió a Elías que ungiera a tres personas diferentes. El primero fue Hazael, como rey de Siria. Elías tenía que ungir a un rey enemigo porque Dios iba a usar a Siria como instrumento para castigar a Israel por sus pecados. Siria fue el castigo externo.

El castigo interno provino de Jehú, el siguiente hombre que Elías ungió. Como rey de Israel, Jehú destruiría a aquellos que adoraran al dios falso Baal.

La tercera persona que Elías ungió fue Eliseo, el profeta que lo sucedería. La tarea de Eliseo fue trabajar en Israel, el reino del norte, y ayudar a dirigir al pueblo de regreso a Dios. El reino del sur estaba gobernado en este tiempo por Josafat, un rey dedicado a Dios.

1 de Reyes 19:16  A Jehú hijo[j] de Nimsi lo ungirás como rey de Israel,[k] y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, lo ungirás como profeta para que ocupe tu lugar.[l]

1 de Reyes 19:17  Al que escape de la espada de Hazael, Jehú lo matará, y al que escape de la espada de Jehú, Eliseo lo matará.

1 de Reyes 19:18  Pero haré que queden en Israel siete mil,[m] cuyas rodillas no se doblaron ante Baal[n] y cuyas bocas no lo besaron.[ñ] 

Besar a Baal significaba besar a algún objeto que lo representaba para mostrarle lealtad.

1 de Reyes 19:19  Llamamiento de Eliseo Partió de allí Elías y halló a Eliseo hijo de Safat, que estaba arando. Delante de él iban doce yuntas de bueyes,[o] y él conducía la última. Elías pasó ante él y echó sobre él su manto.[p]

Al echar  sobre él su manto, Elías simbolizaba que había escogido a Eliseo para que recibiera la autoridad y el poder de su cargo

La túnica era el artículo más importante que una persona podía poseer. Se usaba para protegerse del clima, como lecho, para sentarse y como maleta. Podía darse como garantía por una deuda o podía ser hecha tiras para mostrar pesar. Elías puso su manto en los hombros de Eliseo para mostrar que él sería su sucesor. Más tarde, cuando hubo terminado la transmisión de poder. Elías dejó su manto para Eliseo.

 Acab

Los reyes de Israel, tanto buenos como malos, tenían profetas enviados por Dios para aconsejarlos, enfrentarlos y ayudarlos. El rey David tuvo un gran amigo en la persona del profeta de Dios, Natán; Acab pudo haber tenido igualmente un amigo en Elías. Pero si bien David escuchó a Natán, y estuvo dispuesto a arrepentirse de sus pecados, Acab vio a Elías como enemigo. ¿Por qué? Porque Elías siempre le traía malas nuevas. Pero Acab se negó a reconocer que era su constante desobediencia a Dios y su persistente idolatría lo que había acarreado el mal a la nación y no las profecías de Elías. Culpó a Elías por llevar las profecías de juicio, en vez de aceptar su consejo y volverse de sus malos caminos.

Acab quedó atrapado por sus propias decisiones y no estuvo dispuesto a tomar la acción correcta. Como rey, era responsable ante Dios y su profeta Elías, pero estaba casado con una mujer malvada que lo incitó a la idolatría. Era un hombre infantil que rezongaba durante días si no podía salirse con la suya. Aceptó el consejo de su malvada esposa, escuchó sólo a los «profetas» que le traían buenas nuevas, y se rodeó de gente que lo animaba a hacer lo que quería. Pero el valor del consejo no puede ser juzgado por el número de personas que estén a favor o en contra. Acab decidió con firmeza seguir la opinión de la mayoría que lo rodeaba, y eso lo llevó a la muerte.

Puede parecer agradable tener a alguien que nos anime a hacer lo que queremos, porque el consejo que va en contra de nuestros deseos es difícil de aceptar. Sin embargo, nuestras decisiones deben estar basadas en la calidad del consejo, no en la opinión de la mayoría de nuestros amigos. Dios nos alienta a obtener consejos de gente sabia, ¿pero cómo podemos evaluar el consejo que recibimos? El consejo que va de acuerdo con la Palabra de Dios es confiable. Siempre debemos separar el consejo de nuestros propios deseos, de la opinión de la mayoría o de cualquier cosa que parezca «mejor» a nuestra perspectiva limitada, y enfrentarlo a los mandatos de Dios. Nunca nos llevará a que hagamos lo que está prohibido en su Palabra. No debemos actuar como Acab, sino que debemos confiar en consejeros santos y tener el valor de levantarnos en contra de aquellos que quisieran hacernos ir en contra de los mandatos de Dios.

Puntos fuertes y logros :

—    Octavo rey de Israel
—    Líder capaz y estratega militar

Debilidades y errores :

—    El rey más malvado de Israel
—    Se casó con Jezabel, una mujer pagana, y permitió que promoviera la adoración aBaal
—    Se encaprichó por no poder apropiarse de un pedazo de tierra, por eso su esposa mandó matar a su dueño Nabot.
—    Estaba acostumbrado a salirse con la suya, y se deprimía cuando no lo lograba

Lecciones de su vida :

—    La elección de la pareja tendrá un efecto significativo en la vida: en lo físico, espiritual y emocional
—    El egoísmo, si no se lo controla, puede llevar a una gran maldad

Datos generales :

—    Dónde: Reino del norte de Israel
—    Ocupación: Rey
—    Familiares: Esposa: Jezabel. Padre: Omri. Hijos: Ocozías, Joram
—    Contemporáneos: Elías, Nabot, Jehú, Ben-adad y Josafat

1 de Reyes 19:20  Entonces dejó los bueyes, salió corriendo detrás de Elías y le dijo: –Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre; luego te seguiré. Y él le dijo: –Ve, regresa; ¿acaso te lo he impedido?[q] 

La frase: Vé , vuelve; ¿ qué te he hecho yo ? , representa la aprobación de Elías a la petición de Eliseo de despedirse de su familia. Eliseo utilizó los animales e implementos que poseía para organizar una celebración de despedida. Nunca regresaría.

La victoria de Elías sobre el monte Carmelo culminó con la muerte de 450 profetas de Baal. Su ministerio se extendió desde el arroyo de Querit en Canaán, cerca de su lugar de nacimiento, hasta Sarepta, donde hizo el milagro de proveer a la viuda y su hijo, y tan al sur como el monte Horeb, en la península del Sinaí. En Samaria, Elías denunció la injusticia del rey Acab contra Nabot de Jezreel. Cerca de Jericó, Elías separó las aguas del río Jordán para poder cruzarlo, y después fue conducido al cielo en un carro de fuego

1 de Reyes 19:21  Regresó Eliseo, tomó un par de bueyes y los mató; con el arado de los bueyes coció luego la carne[r] y la dio al pueblo para que comieran. Después se levantó, se fue tras Elías y lo servía.

Al matar a sus bueyes, Eliseo hizo un compromiso fuerte de seguir a Elías. Sin ellos, no podría regresar a su vida de rico granjero. Esta comida fue algo más que una fiesta típica entre granjeros. Era una ofrenda de agradecimiento a Dios, el que había elegido a Elías como profeta suyo.

Elías ante Jehová en Horeb

Acab informó a Jezabel… Acab es todavía el rey de Israel. Será así, pero parece como si fuera otra cosa, ya que lo primero que hace Acab es informar a Jezabel de lo acontecido en el monte Carmelo. La construcción gramatical del heb. indica que Acab no dejó fuera ninguno de los detalles en el informe. Dado el carácter de la esposa de Acab, no es difícil saber quién era el verdadero poder detrás del trono. !Así me hagan los dioses y aun me añadan…! Jezabel, en su furia como la sacerdotisa de Baal, comunica a Elías por medio de un mensajero que él podría morir degollado al día siguiente. Llama la atención que a ella le interesaba poco que la sequía hubiera terminado; lo único que pasaba por su mente era el desquite. No es sorprendente que una falsa fe produce un falso vivir.

Walsh opina que la amenaza de Jezabel a Elías no hay que tomarla lit.; asevera que si Jezabel hubiera querido la muerte del profeta, no se la hubiera anunciado de antemano. Más bien, sugiere dicho estudioso que lo deseado por Jezabel era que Elías se ausentara del país; tenga Walsh razón o no, lo comprobado es que Elías tuvo miedo y huyó del alcance de la reina.

Así llegó a Beerseba… Tal era su susto que el profeta de Jehová no tan solo abandona el territorio de Israel (reino del norte) sino que se esconde en lo más remoto de Judá (reino del sur). Al igual que Jonás huyó de Israel para escaparse de sus responsabilidades ante Jehová, así Elías abandona el territorio nacional para escaparse de la furia de Jezabel.

Se fue un día de camino por el desierto… Habiendo dejado a su siervo en la aldea de Beerseba, sigue camino para adentrarse en el desierto del Néguev. Buscaba distanciarse lo más posible de la influencia de la reina. Probablemente deja a su siervo para no comprometerlo y exponerlo a tortura; si el siervo no sabía adónde iba, no podría divulgar su escondite.

!Basta ya, oh Jehová! !Quítame la vida!… Reconociendo que era buscado por todas las fuerzas del poder ejecutivo de Israel, Elías empieza a dudar de sus propias esperanzas. Elías sabe muy bien que Jezabel es capaz de cumplir su amenaza. Atemorizado, pierde la fe y el valor; se pone al borde de la desesperación y de la depresión. En esta crisis pierde el deseo de vivir. Es como si dijera: «Señor, me siento solo. ¿Para qué seguir luchando? Todo es inútil.» ¡Cuánto se parece a Pedro quien, después de cortarle la oreja a Malco para defender a su Maestro, lo niega ante una mujer.

Se recostó debajo de un arbusto… Y he aquí, un ángel le tocó… Pero Dios no abandona a su siervo. Lo sostiene en su necesidad física y le infunde aliento para seguir adelante.

Se levantó, comió y bebió… hasta Horeb, el monte de Dios. Y el humano Elías recobra tanta fuerza con aquel pan milagroso, que puede caminar por 40 días como unos 500 kms., hasta llegar a una cueva. Se cree que en esta misma se escondió Moisés una vez.

¿Qué haces aquí, Elías? En una cueva en Horeb Dios habla con Elías. No se le escape al lector que en el mismo monte Dios había hablado con Moisés. El ambiente en la cueva no sería el mismo que Elías había experimentado en el monte Carmelo. Ahora el mismo profeta se siente derrotado, luego de haber enfrentado con victoria a los 450 profetas de Baal. Permite que las circunstancias le afecten negativamente de tal manera que cree que todo está perdido. Le parece que la causa de Jehová peligra por la apostasía de su pueblo. Para colmo, aun su propia vida peligra a manos de Jezabel.

Sal afuera y ponte de pie en el monte, delante de Jehová… Dios no permite que su profeta permaneza en el escondite; ordena que se ubique en el lugar de la revelación (como Moisés). Es como si Dios le dijera: “Te has salido del ministerio que te entregué. Recuerda que todavía sigues siendo mi profeta. No has terminado tu carrera”. Elías se excusa ante Dios, pero el Soberano no entra en discusiones con su siervo.

Viento… terremoto… fuego… Entonces, Dios le da a Elías una demostración visible de su poder. En el AT Dios se manifiesta por el viento, el fuego y los terremotos. Dios puede manifestar su gloria en diferentes formas. El usa los elementos de la naturaleza para mostrar su presencia y poder. Lo hace en forma ruidosa e impetuosa, pero también por medio de un sonido apacible y delicado. Elías necesitaba aprender que “después de la tormenta viene la calma”. Que la paciencia y la confianza son también necesarias para servir y llevar adelante los propósitos y la obra de Dios. Nótese que después de esta lección, Elías siente tanto temor de la presencia de Dios que, impresionado por esta escena, se cubre el rostro.

A pesar de toda la manifestación de Dios, Elías aun no se compone. Ante la insistente pregunta de Dios: ¿Qué haces aquí, Elías?, el profeta repite su ya acostumbrado gemido. Llama la atención cuántas veces Elías se centra en sí mismo. Jehová insiste en que Elías no debe estar lejos de Israel, fuera del lugar de su ministerio. Walsh comenta lo siguiente respecto a la pregunta de Dios:

“La respuesta de Elías a la pregunta es idéntica a su discurso en el versículo 10, pero, al igual que en la pregunta repetida de Jehová, ciertos eventos dan al discurso una nueva dimensión de significado. En el versículo 10 Elías emplea una aparente amenaza de renuncia para obligar a Jehová a que intervenga a favor del profeta. Después, Jehová llama de nuevo a Elías a su servicio, y le concede una impresionante teofanía, pero esto no basta para el profeta terco. Se niega a estar ‘delante de Jehová’, insiste en su propio aislamiento, y sigue evitando llamarse ‘profeta’. La repetición textual de su discurso anterior demuestra que ni los mandatos divinos, ni la majestuosa y misteriosa autorrevelación de Dios lo afectan con respecto a sus propósitos”.

Ve, regresa por tu camino, por el desierto, a Damasco… Elías había intentado huir no tan solo del peligro; huia también de sus responsabilidades como profeta. Con la misma insistencia, Dios no permite que su profeta abdique a su ministerio. Al profeta que buscaba la seguridad en la huida, ahora Dios lo comisiona a una nueva misión. Por cierto, no va a ser una misión carente de peligro, pero ya el énfasis va a ser distinto. No se centrará en la seguridad del profeta sino en los propósitos de Jehová. Ungirás a Hazael… a Jehú… a Eliseo. Esta comisión la cumplirá Elías solo en el caso de Eliseo, su sucesor. El mandato a que se inmiscuya en la política de Aram o Siria no se espera. Lo normal era que los profetas centrasen sus labores dentro de Israel. En el caso de Elías, no obstante, había precedentes en que Jehová ya había demostrado su poder mediante el profeta en territorio de los sidonios. Lo había hecho por medio de la sequía, el sustento del profeta por la viuda y la protección del profeta contra Jezabel. Con el tiempo, sería Eliseo mismo quien cumpliría el resto de la comisión dada a Elías.

Pero yo he hecho que queden en Israel 7.000… La repetida aseveración de que solo Elías había permanecido fiel al pacto y todos los demás eran apóstatas es desmentida aquí por Dios mismo. Implícita en la frase está la idea de que si Elías insiste en renunciar a su oficio como profeta, Jehová tiene muchos a su disposición para reemplazarlo. Usualmente en la literatura hebrea, el número siete (en este caso 7.000) es más simbólico que cuantificador. Simplemente quiere decir que hay “muchos” que no se han apostatado de la fe en Israel.

Aprendamos ahora algunas lecciones importantes:

(1) Es posible, a veces, que sintamos que nuestra tarea no lleva frutos. Trabajamos, pero no se ven de una vez los resultados, entonces hay que tener paciencia.
(2) Hay que seguir adelante. A veces podremos comenzar, pero otros terminarán la tarea en un tiempo corto o lejano. A veces, a los siervos de Dios se les toma en cuenta no tanto por lo que hicieron, sino por lo que anunciaron.
(3) Nunca debemos pensar que somos los únicos fieles. La obra es de Dios, y él nunca está en situación desesperada, aunque huyamos del campo de batalla.
(4) El Espíritu Santo no necesita de manifestaciones ruidosas para hacer su obra. A veces, Dios habla a y por nuestra conciencia por medio del sonido apacible.
(5) Contestemos ahora a estas preguntas: ¿Se arrepintió el mundo por el diluvio? ¿Cuántos se salvaron en Sodoma y Gomorra? Vendrán terremotos, tempestades y sequías, pero siempre habrá corazones tan duros como el de Jezabel.
(6) “No con ejército ni con fuerza, sino con el Espíritu…”. “Conoce el Señor a los que son suyos”.
(7) Los grandes siervos de Dios tienen su “arbusto de retama”. Después de una gran victoria, puede venir la tentación del desaliento. Y trataremos de convertirnos en víctimas para causarle lástima hasta de Dios.
(8) Es recomendable no descansar en los triunfos pasados.

Unción de Eliseo como sucesor de Elías

Halló a Eliseo, hijo de Safat… Eliseo, cuyo nombre heb. significa “Mi Dios es salvación”, era el hijo de un hacendado procedente de Abelmejola. Este sitio se ubicaba en la parte norteña de la cuenca del río Jordán. Aparentemente era de una familia pudiente, ya que tenía, según el relato, 12 yuntas de bueyes; no era común que una familia tuviera tantas yuntas. Pasando Elías hacia él, echó su manto sobre él. Sin que se cruzara una sola palabra, Elías echa su manto sobre los hombros de Eliseo. Hasta ahora, nada se nos ha dicho respecto al significado de este manto. No obstante esto, es probable que en la cultura de ese tiempo el manto de un profeta simbolizara su oficio como tal. Por lo tanto, la acción de Elías es una investidura de Eliseo como profeta.

Permíteme besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Es obvio que Eliseo entendía la acción simbólica de Elías, aunque este no le había dicho nada. Al pedir que se le permita despedirse de su familia, hacía solo lo normal y lo esperado. La respuesta de Elías ha sido enigmática para muchos: Vé y vuelve; pues, ¿qué te he hecho yo?

Pareciera, a primera vista, una forma de negar la petición. En cambio, lo más probable es que Elías da permiso para que se despida de su familia si es que ha entendido el significado de su investidura. Eliseo ha de seguir al profeta mayor.

Luego tomó la yunta de bueyes y los mató. Eliseo ahora realiza una acción simbólica que no admite ninguna duda. Al matar a una de las yuntas y al quemar el arado, dice que su vida anterior termina. Al cocinar la carne para sus compañeros no tan sólo prepara una fiesta de despedida, sino también los vocablos heb. implican que una especie de ofrenda sacrificial se está preparando para Dios.

…fue tras Elías y le servía. El verbo “servir” que aquí se emplea indica que Eliseo no servía en el lugar de Elías sino desempeñaba el oficio del asistente principal del profeta. Es el mismo término que se emplea para describir a Josué al servicio de Moisés.

A raíz de la historia surgen algunas preguntas muy naturales: ¿Habría tenido Eliseo alguna preparación antes de comenzar su ministerio profético? También parece algo extraño el mandato para ungir a Eliseo; hasta entonces solo se ungía a los sacerdotes y a los reyes. ¿Hubo unción? No se sabe. Sí hubo una investidura cuando Elías echó su manto sobre Eliseo. Algunos creen que la unción es solo el llamamiento y la investidura. Solo se sabe que después de la fiesta de despedida, Eliseo se convierte en el ministro ayudante de Elías. Obsérvese que lo que hizo Eliseo es muy parecido a lo que hizo Hernán Cortés en México, que quemó las naves para no tener que volver a ellas nunca más. Y lo mismo hicieron los discípulos de Cristo: lo dejaron todo para seguirle.

Es interesante que con el nombramiento de Eliseo se pinta el penúltimo cuadro de la vida de Elías en este libro. Lo volveremos a ver en acción en su último enfrentamiento con Acab.

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