1 de Reyes 10:1 La reina de Sabá visita a Salomón[a]. Cuando la reina de Sabá[b] oyó de la fama que Salomón había alcanzado para honra de Jehová, vino a probarlo con preguntas difíciles.[c]
Sabá era un país montañoso, ubicado aproximadamente a 1.800 km de Jerusalén. Sabá puede que haya sido el país de los sabeos; se le identifica con el moderno Yemen.
1 de Reyes 10:2 Llegó a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, oro en gran abundancia y piedras preciosas. Al presentarse ante Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía.
1 de Reyes 10:3 Salomón le contestó todas sus preguntas; nada hubo que el rey no le contestara.
1 de Reyes 10:4 Cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
1 de Reyes 10:5 así como la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas y los holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó tan asombrada
La reina de Sabá fue a ver por sí misma si todo lo que había escuchado acerca de Salomón era verdad. A menudo se recurría a concursos usando acertijos y proverbios para probar sabiduría. La reina pudo haber usado algunos de estos cuando cuestionó a Salomón. Cuando se dio cuenta de la cantidad de riquezas y sabiduría, «se quedó asombrada». En otras palabras, ya no disputó más su poder o su sabiduría. Ya no fue más una rival, sino una admiradora. Muy probablemente, muchos reyes y dignatarios extranjeros repitieron su experiencia y honraron a Salomón.
Se quedó asombrada : La reina de Sabá se maravilló de la riqueza y la sabiduría de Salomón. No sólo se maravilló de las ceremonias en el templo, sino observó que hasta los más insignificantes detalles en la casa y los asuntos públicos de Salomón se hallaban tan ordenados que todos los súbditos, las mujeres y los siervos, estaban contentos
1 de Reyes 10:6 que dijo al rey: «¡Es verdad lo que oí en mi tierra de tus cosas y tu sabiduría!
1 de Reyes 10:7 Yo no lo creía hasta que he venido y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad: tu sabiduría y tus bienes superan la fama que yo había oído.
1 de Reyes 10:8 ¡Bienaventurados tus hombres,[d] dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti y oyen tu sabiduría!
1 de Reyes 10:9 ¡Y bendito sea Jehová, tu Dios, que te vio con agrado y te ha colocado en el trono de Israel!, pues Jehová ha amado siempre a Israel, y te ha puesto como rey para que hagas derecho y justicia».[e]
Todo parece indicar que la reina de Sabá era pagana, y aun así se percató de que el Señor era la fuente de todas las bendiciones recibidas por Salomón.
1 de Reyes 10:10 Luego dio ella al rey ciento veinte talentos de oro, mucha especiería y piedras preciosas. Nunca llegó tal cantidad de especias como la que dio la reina de Sabá al rey Salomón.
Ciento veinte talentos de oro : Aproximadamente cuatro toneladas.
1 de Reyes 10:11 La flota de Hiram, la que había traído el oro de Ofir,[f] traía también de Ofir mucha madera de sándalo y piedras preciosas.
1 de Reyes 10:12 De la madera de sándalo hizo el rey balaustres para la casa de Jehová y para las casas reales, arpas y también salterios para los cantores. Nunca había llegado, ni se ha visto hasta hoy, semejante madera de sándalo.
1 de Reyes 10:13 El rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso y todo lo que pidió, además de lo que personalmente le regaló. Después ella se despidió y regresó a su tierra con sus criados.
1 de Reyes 10:14 Riquezas y fama de Salomón. El peso del oro que Salomón recibía de renta cada año era de seiscientos sesenta y seis talentos de oro,
El ingreso anual de oro debe haber sido de 25 toneladas, además de los impuestos pagados por las caravanas (de mercaderes) y los monopolios estatales (lo de todos los reyes de Arabia , y de los principales de la tierra).
Cuando Salomón pidió sabiduría, Dios le prometió también riquezas y honor. Estos versículos muestran cuán grande llegó a ser su riqueza. Israel ya no era una nación de segundo orden, sino a la altura de su poder y riqueza. Las riquezas de Salomón se hicieron legendarias. Grandes hombres vinieron de muchas naciones para escuchar al poderoso rey de Israel. Jesús más tarde se referiría a «Salomón con toda su gloria».
1 de Reyes 10:15 sin contar lo que aportaban los mercaderes, la contratación de especias, y lo de todos los reyes de Arabia y los principales de la tierra.
1 de Reyes 10:16 Hizo también el rey Salomón doscientos escudos grandes de oro batido, empleando seiscientos siclos[g] de oro en cada escudo.
1 de Reyes 10:17 Asimismo hizo trescientos escudos de oro batido, en cada uno de los cuales gastó tres libras de oro. Y los puso el rey en la casa «Bosque del Líbano».[h]
1 de Reyes 10:18 Hizo también el rey un gran trono de marfil, el cual recubrió de oro purísimo.
1 de Reyes 10:19 Seis gradas tenía el trono, y la parte alta era redonda por el respaldo, con brazos a uno y otro lado del asiento, junto a los cuales estaban colocados dos leones.[i]
1 de Reyes 10:20 Había también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de un lado y de otro. ¡En ningún otro reino se había hecho un trono semejante!
1 de Reyes 10:21 Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, así como toda la vajilla de la casa «Bosque del Líbano». No había nada de plata, porque en tiempos de Salomón no era apreciada,
1 de Reyes 10:22 ya que el rey tenía en el mar una flota de naves de Tarsis,[j] junto con la flota de Hiram, y una vez cada tres años la flota de Tarsis venía y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales.[k]
1 de Reyes 10:23 Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.[l]
Dios había elevado a este insignificante grupo de personas al pináculo del poder político y económico.
¿Por qué la Biblia hace mucho énfasis en las posesiones materiales de Salomón? En el Antiguo Testamento, las riquezas eran consideradas evidencia tangible de la bendición de Dios. La prosperidad era vista como prueba de una vida correcta. En los libros Eclesiastés y Job se desarrolla este concepto en una perspectiva adecuada. En condiciones ideales, la gente prospera cuando Dios dirige su vida, pero la prosperidad no está garantizada. Las riquezas no demuestran que una persona está viviendo correctamente ante Dios y la pobreza no es indicador del pecado.
Es más, una evidencia mayor de que uno está viviendo para Dios es la presencia de sufrimiento y persecución. El «tesoro» más importante no es terrenal, sino celestial. El regalo que tiene más valor no tiene precio, es el regalo de salvación ofrecido por Dios a todos nosotros.
1 de Reyes 10:24 Toda la tierra procuraba ver el rostro de Salomón, para oir la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.
1 de Reyes 10:25 Y todos le llevaban cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos.
1 de Reyes 10:26 Salomón comercia con caballos y carros. Salomón reunió carros y gente de a caballo; tenía mil cuatrocientos carros y doce mil jinetes,[m] los cuales llevó a las ciudades de los carros y junto al rey en Jerusalén.
Al acumular carros y gente de a caballos, un gran harén e increíbles riquezas, Salomón estaba violando los mandamientos de Dios para el rey. ¿Por qué estaban prohibidas esas cosas? Dios sabía cómo esas actividades dañarían a la nación tanto política como espiritualmente. Mientras más lujosa era la corte de Salomón, más se incrementaban los impuestos para el pueblo. Esta imposición excesiva trajo intranquilidad y pronto maduraron las condiciones para una revolución. Con todo lo que quería, Salomón olvidó a Dios y permitió que influencias paganas entraran en su corte por medio de sus esposas paganas, logrando así acelerar la corrupción espiritual de la nación.
1 de Reyes 10:27 Hizo el rey que en Jerusalén hubiera tanta plata como piedras, y que abundaran los cedros como las higueras de la Sefela.[n]
1 de Reyes 10:28 Y traían de Egipto[ñ] caballos y lienzos a Salomón, porque los mercaderes del rey los compraban allí.
Aunque Salomón era rico y sabio, podemos descubrir aquí una de las semillas de su caída. El Señor había instruido a su pueblo para que observase la Ley Mosaica (Deu_17:16), no para que criase caballos.
1 de Reyes 10:29 Un carro que se traía de Egipto valía seiscientas piezas de plata, y un caballo ciento cincuenta. Así los adquirían, también por medio de ellos, todos los reyes de los heteos[o] y de Siria.
Alcanza la cima de su grandeza
La visita de la reina de Saba a Salomón. Este relato describe una visita diplomática de una monarca a la corte de Salomón. Se debe reconocer que la reina en este caso no es sólo la esposa de algún rey; ella controla su propio país. Es muy probable que tratos comerciales entrarían en juego, aunque este elemento no se acentúa en la narración. ¿La ubicación de Saba? La arqueología nos ha provisto del conocimiento de un reino bien establecido en la parte sudoeste de Arabia; además inscripciones asirias confirman alusiones bíblicas a la presencia de sabeos en la parte norteña de Arabia. No hay nada fuera de lugar que hubiera un intercambio de regalos lujosos, pues era la costumbre oriental en boga. El relato bíblico reporta fielmente el asombro y la admiración de la monarca por la opulencia en la que vivía Salomón y por sus destrezas administrativas (sabiduría), aunque es muy probable que su informe a su propia corte haya sido de menos exuberancia.
La visita de la reina de Saba al rey Salomón se puede considerar como el segundo acontecimiento más importante después de la construcción del templo. Es así no sólo por lo notable del visitante, sino porque el mismo Jesús se refirió a ella en Mateo 12:42.
¿Cuáles eran sus motivos? La reina de Saba había oído acerca de la forma maravillosa en que Dios había bendecido a Salomón; de sus obras, inmensas riquezas, y sobre todo, de su gran sabiduría. Con mucha curiosidad, decidió informarse por sí misma. Se calcula una distancia de 2.500 km. a través del desierto. El viaje, con una caravana de camellos cargados con 4.000 kilos de oro y especias aromáticas, debió haber durado más de tres semanas.
Según la sabiduría oriental, la reina prueba a Salomón con los enigmas y adivinanzas más difíciles. La reina quedó tan asombrada al ver que Salomón le hallaba una solución a todo, que se quedó sin aliento. Esta expresión traduce las palabras hebreas “en ella no quedó más espíritu”. Al conocer todo esto, es imposible reducir el objeto de la visita a un puro intercambio con fines comerciales, aunque la calidad del intercambio de regalos lo haga parecer así. Hay además otra cosa que maravilló a la reina: la forma en que Salomón adoraba a Jehová; además, era un hombre extraordinario, con un poder especial.
En resumen: esta visita nos revela varias cosas muy importantes. Primero: que la fama de Salomón había llegado a todas partes. ¡Qué testimonio tan hermoso debió haber dado esta extranjera al regresar a su tierra! ¿No tendría algo que ver con la conversión del etíope relatada en Hechos 8:26-39? Segundo: que Salomón tuvo éxito en testificar de su Dios al mundo de su tiempo. No hay duda de que la fama de Salomón está unida al nombre de aquel que tanto lo había bendecido: Jehová. ¿Cuánta gente vino a Jerusalén para conocer y adorar al Dios de Israel? Se afirma que la misma reina llegó a conocer al Dios vivo y verdadero por medio de la influencia de Salomón. Si alguna vez Israel tuvo éxito en testificar al mundo, como “pueblo del pacto”, fue en esta ocasión. La obediencia y fidelidad a Dios traen como resultado la bendición. Tercero: ¡cuánto más poderoso hubiera sido este testimonio, si no lo hubiera debilitado por malgastar tiempo, riquezas y energías en cosas inútiles! Las mismas solo sirvieron para satisfacer antojos personales. ¡Cuánto exceso de lujo y vanidad!
Las riquezas que entraron al reino de Salomón son impresionantes. Cada año ingresaban más de 22.000 kg de oro. (Nota: La RVA traduce la expresión en cada año, pero algunos discrepan y dicen que la recepción de semejante cantidad de oro sería sólo durante un año excepcional). Se estima que el total de ingresos anuales sobrepasaba a los 100 millones de dólares. Un resumen de esta riqueza lo vemos en este relato. ¿Cuánto costaría hoy cada una de las cosas hechas de marfil y del oro más refinado? Sin duda que el trono significaba la perfección, el poder y el señorío del rey cuando estaba ejerciendo juicio.
Los escudos de oro servirían sólo de adorno, pues como metal el oro es demasiado suave como para usarlo en este propósito. A lo más, los escudos estarían cubiertos de oro. Pareciera que estos escudos existían sólo para lucir la riqueza de Salomón. Serían usados en desfiles u otros actos públicos.
La historia nos dice que Salomón tenía el monopolio del comercio en su tiempo; él comerciaba con Arabia, la India y toda la costa oriental de Africa. El ganarse el reconocimiento y el respeto de todos los reinos vecinos, significaba el ingreso de entradas fabulosas en regalos y mercaderías. Fue Salomón quien inició el uso de caballos y carros. En tiempo de paz, esto era una señal de mucha riqueza. Todo este comercio, más el pago de impuestos, además de otras industrias como el hierro y el cobre, hicieron del reino de Salomón el más rico, grande y poderoso de su tiempo. Un comentarista afirma: “Israel fue el reino más poderoso del mundo conocido. Jerusalén, la ciudad más hermosa. El templo, el edificio más costoso y glorioso del mundo”. No en vano, la reina de Saba tuvo que exclamar admirada: Y he aquí que no se me había contado ni la mitad.
Ahora nos preguntamos: ¿No indica todo este exceso de materialismo y de vanidad? ¿No es una violación de las leyes del reino? ¿Quién duda de que todo esto, aunado a una vida de libertinaje y de lujuria contribuyó a la caída del reino?
De todas maneras, Dios había cumplido con Salomón, pues además de darle lo que había pedido, le agregó riquezas y gloria en abundancia. El reino de Salomón llegó a tener seis veces más territorio que el de las doce tribus (96.000 km. cuadrados de extensión).
Es muy interesante observar que, desde los días de Natán el profeta, quien había participado en el ungimiento del rey Salomón, hay ausencia de voz profética contra la apostasía del rey. Pero ya Salomón había sido advertido de las calamidades y desgracias que traería el materialismo y el alejamiento de Dios. Después Jesús amonestó contra el brillo pasajero de los bienes materiales y todos los males que causan.
La opulencia de la riqueza de Salomón tiene paralelos en otra literatura oriental que habla de distintos reyes. Así, Salomón llega a ser la personificación del hombre en Lucas 12:13-21. Este derrumba los graneros para construir otros más grandes. Se engaña, pensando que la abundancia de las posesiones es lo que cuenta en la vida. Ciertamente, la riqueza de Salomón es impresionante, pero casi se puede escuchar el eco de la voz que dice “necio”. Es interesante, no obstante, que una época posterior ayudaría para hacer de Salomón el más grande de los sabios, aunque el capítulo 11 lo desmiente en gran manera.
La leyenda de las minas de Salomón Los siervos de Hiram y los de Salomón fueron a Ofir (Luk_9:28) para traer 420 talentos, ¡o sea, catorce toneladas!, de oro, más madera fina, animales y piedras preciosas (2Ch_9:10). Aunque no se sabe la ubicación de Ofir, se ha sugerido India, áfrica y Arabia como posibilidades. David antes de Salomón (1Ch_29:4) y otros reyes después (1Ki_22:48) quisieron aprovechar las riquezas de Ofir, algunos con mejor suerte que otros. Ofir se menciona en la literatura poética del AT, aún en Job, generalmente reconocido como el libro más antiguo de la Biblia (Job 22:24; 28:16; Job_45:9; ver también Isa_13:12).
El misterio relacionado con la ubicación de Ofir ha sido el tema de cuentos y leyendas por siglos. En 1885, se publicó una novela titulada Las minas del rey Salomón, que fue republicada en 1958, con unas viente reimpresiones subsiguientes. Cuenta la historia de tres británicos que viajan a áfrica en busca de un amigo perdido. Al encontrarlo, también encuentran las minas perdidas de Salomón, llenas de diamantes incontables. Las minas legendarias también han sido tema de películas en por lo menos dos ocasiones desde la década de 1950.