1 de Crónicas 6: Descendientes de Leví

Dones y ministerios

Esta designación de los levitas habla a las claras acerca de que así como Dios proveyó a Israel de gente capacitada para su desenvolvimiento político, social y espiritual, hará de igual modo con la iglesia de hoy por medio de los dones espirituales. Estos son aquellas capacidades que el Espíritu Santo nos otorga para llevar adelante los distintos ministerios de la Iglesia. En cada congregación, cada miembro debe ser guiado y acompañado para desarrollar sus dones. La pregunta que surge en este particular es: ¿cómo descubrir el don que Dios me dió? Esto se puede aclarar mediante una anécdota familiar: Cuando niño, solía ver a mi hermana mayor, Teresa, cocinando para la familia dando un respiro a mi madre en sus quehaceres diarios. Cierto día ella me dio una lección acerca de cómo saber cuándo los «tallarines» (un tipo de fideos, o pasta) se hallaban en su mejor punto de cocción. «Tomas un fideo —me dijo— y lo arrojas contra la pared azulejada de la cocina: si queda adherido a ella, está ’a punto’, si cae al suelo, aún falta.» Lo mismo sucede con los dones espirituales: cuando supones que tienes un don, «arrójalo» contra la iglesia, esto es, desarrolla ese don en los ministerios que lleva a cabo tu congregación. Si queda adherido a ella, es decir, si tienes la aceptación de tus hermanos, y éstos son edificados por medio de ese talento especial, es casi seguro que el Espíritu Santo te lo ha concedido para crecimiento y adelanto de la congregación en la que sirves.

La casa sacerdotal de Aarón

Para el Cronista, era muy importante reconocer las funciones y rangos distintos de los levitas aarónicos. Aarón era de la tribu de Leví, pero sólo los descendientes de este podían ofrecer los sacrificios. Ya se ha notado que los demás levitas servían más bien como auxiliares de los sacerdotes oficiantes. Es decir, ellos se ocupaban de todo trabajo relacionado con el tabernáculo (y posteriormente el templo) que no involucrase el mismo sacrificio.

Mientras algunos comentaristas sólo contemplan en los versículos 49-53 un paralelo de los versículos 4-8, otros opinan que estas listas provienen de una fuente diferente. Estas serían de una fuente contemporánea de David por ser Ajimaas del tiempo de su reinado. La lista más larga provendría de una fuente durante el exilio babilónico o sea durante el siglo VI.

Fuese el origen de las listas genealógicas el que fuese, parece claro que el Cronista quiere establecer una relación entre Aarón y Sadoc. Aquí se aprecia el papel especial de los descendientes de Sadoc, pues éstos eran los sacerdotes con la tarea de entrar al lugar santísimo para expiar los pecados de Israel. Es de notarse que Sadoc es contado entre los descendientes de Fineas, el nieto de Aarón.

La verdad es que la figura de Sadoc es casi tan enigmática como la de Melquisedec. Es cierto que en el caso de Sadoc se nos dan los nombres de su padre, Ajitob y de sus hijos, Ajimaas y Asarías. Aparte de estos datos, no se sabe nada de él hasta llegar al Cronista. Una teoría muy interesante reza que Sadoc era un descendiente de Melquisedec y se contaba entre los sacerdotes jebuseos. Estaría presente en Jerusalén cuando David hizo suya la ciudad. La teoría añade que el nombrar a Sadoc como sacerdote juntamente con Abiatar (descendiente de Aarón) obedecía a un intento por unificar dos corrientes sacerdotales antagónicas: la jebusea y la israelita.

Por interesante que sea la teoría, es difícil probar tal cosa. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que los contemporáneos de Sadoc lo consideraban como un sacerdote legítimo. Tal vez fuera necesario que el Cronista convenciera a su propia generación de esa legitimidad.

Una cosa más. A pesar del gran empeño del Cronista por demostrar la importancia de David y su relación con el culto, no dejo de apreciar la gran contribución de Moisés en interpretar la forma y el significado del sistema sacrificial y sus oficiantes.

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