Llama la atención que a Sadoc se le unge como sacerdote. Es indiscutible la influencia que Sadoc ya tenía, pero no había ninguna indicación de que a Abiatar se le hubiese quitado para reemplazarlo con Sadoc hasta más tarde. Esto hace que algunos crean que esta alusión al ungimiento de Sadoc sea un anacronismo.
El trono sobre el cual habría de sentarse el rey Salomón era el de Jehová. Lo que esto significa es que sólo a Dios le competía poner y quitar reyes. Aunque David se había sentado en ese trono, según el Cronista, el mando y soberanía simbolizados por el trono en realidad eran de Dios. El versículo 23 se puede comparar con 1 de Reyes 2:12. Se nota que el Cronista ha rehecho el texto básico para sus propios propósitos.
El versículo 24, al hablar del sometimiento de todo el pueblo a Salomón, alude a la rebelión de Adonías. Para los días del Cronista esa rebelión había quedado en el pasado muy distante, pero el escritor actualiza la situación para sus lectores demostrando la fidelidad de Dios en todo el proceso que producía la construcción del templo. Claro está, el templo que interesaba al Cronista era el de su día: el de Zorobabel. El mismo escritor reconoce, no obstante, que si no hubiera sido por el primer templo, no habría habido un segundo templo. No se le escapa que Salomón jugó un papel importantísimo en el primer templo.
Muerte de David
Este trozo en realidad aborda mucho más que la muerte de David. Es, más bien, un resumen breve de la carrera de David como rey. Llama la atención el hecho de que por primera vez el Cronista menciona el reinado davídico de siete años de duración en Hebrón. No tan sólo lo menciona por vez primera, sino que también parece indicar que desde Hebrón reinaba sobre todo Israel en vez de reinar sobre una parte del pueblo. Las fuentes bíblicas anteriores indicaban que así fue históricamente. Para el Cronista, no habría habido un tiempo cuando a David no le correspondiera reinar sobre todo Israel.
Parece que el Cronista depende de 1 de Reyes 2:10-12 respecto a estos eventos. A pesar de haber escogido este pasaje como base, hace algunos cambios. Por ejemplo, el Cronista aquí ubica la noticia de la muerte de David después de la coronación de Salomón. Puede ser que esto se deba a que al Cronista le movía un interés por demostrar la continuidad de los dos reinados: el de David y el de Salomón.
El versículo 28 cuadra muy bien con todos los pasajes veterotestamentarios que ilustran las características del varón hebreo ideal. Murió en buena vejez esto significaría que moriría sin un largo período de agonía; moriría después de una vejez caracterizada por una salud relativamente buena. Además, era rico y famoso. Lo único que falta respecto a las características acostumbradas de un israelita ideal es la mención de sus muchos hijos. Esto se ha expresado antes, pero el que se aluda a Salomón es suficiente. Salomón no era tan sólo uno de muchos hijos; era el heredero del reino.
El Cronista sigue la misma costumbre establecida en sus fuentes canónicas (libros de Samuel y Reyes) al mencionar fuentes escritas en donde se registra la vida del rey. Las fuentes mencionadas en el versículo 29 no deben entenderse como otra cosa sino nuestros mismos libros canónicos antes mencionados. Los relatos de los profetas Natán y Gad se hallan en dichos libros. El mismo Cronista esperaba que sus lectores usasen su propio escrito en unión con las fuentes previas. El escritor posexílico no pretendía que sus escritos reemplazasen las anteriores que ya se tenían por sacrosantas durante su día. Los escritos del Cronista son solamente suplementarios a los anteriores. Debemos agradecerle al Cronista no tan sólo por la información interpretada incluida en su obra que no se halla en los libros anteriores, sino también por su demostración de cómo el Espíritu de Dios ayuda a los hombres a reinterpretar su propia historia para que la misma fe del pasado viva durante su propio día.
Quiera el Señor de la historia ayudarnos a que estos mismos relatos reinterpretados por el Cronista sirvan de base para que nosotros también veamos no tan sólo una perpetuidad de la fe sino que haya en nuestros días una superación de ella. Recordemos que la misma fe que daba continuidad durante todos sus siglos al pueblo hebreo es la que mueve a los cristianos hoy. Nuestra fe actual se basa en los hechos portentosos de uno que fue descendiente del gran rey David, personaje tan importante para el Cronista. De igual forma que el Cronista veía cumplimiento y superación por parte de David sobre Moisés, la fe cristiana nos hace ver absoluta continuidad y superación terminantes en la persona de Jesucristo. Hagamos nuestra parte, al igual que hizo el Cronista, por demostrar la continuidad histórica de la fe de Israel con la nuestra tanto como la superación de ella en Jesucristo.