El versículo 6 declara que Joab no tuvo a bien incluir a las tribus de Leví y Benjamín. El razonamiento explícito del Cronista es que esto lo dejó de hacer Joab porque el mandato del rey era detestable a Joab. Parece que esta explicación no era lo suficientemente clara para los rabinos. Estos explicaban que Joab no quiso incluir a los levitas y a los benjamitas porque pensaba que el censo iba a resultar en la destrucción del pueblo. Con esta acción pensaba salvar por lo menos dos tribus. Es más, los rabinos pensaban que posiblemente David pudiera haberle preguntado a Joab una justificación por la no inclusión de los levitas. Según estos antiguos exégetas, la respuesta habría sido (hay que recordar que la pregunta es hipotética) de parte de Joab: “Los levitas no son contados entre los hijos de Jacob.” Ellos tendrían razón si se refieren a la distribución de las tierras; a los levitas no se les dio heredad. El que no fuesen contados entre los israelitas como tribu es un asunto distinto. Si David hubiese preguntado a Joab por qué no incluía a los benjamitas, los rabinos ya tenían una respuesta lista para Joab: “porque ya Benjamín sufrió lo suficiente por el crimen contra aquella mujer en Gabaa.” La idea era que si se castigaba a los benjamitas, no quedarían los suficientes para sobrevivir como tribu. Esta clase de razonamiento rabínico no proveía una exégesis muy sana que digamos.
Si el propósito del Cronista es el de pintar a David como héroe, ¿por qué se usa esta historia? Si bien se puede afirmar la predilección del Cronista por David, más puede afirmarse que su amor principal es para con el templo. Esta historia sirve de vínculo con la idea del establecimiento del templo en Jerusalén.
El censo provoca la ira de Jehová
Si bien el censo incitado por Satanás produjo disgusto en Joab, aun más el ceder de parte de David a tal tentación fue muy mal visto por Dios. El escritor bíblico postexílico refleja fielmente la sensibilidad espiritual de David vista en 2 de Samuel 24:10 al hacer que David se arrepienta ante Dios por su pecado. Pareciera que el sufrimiento de su pueblo hizo que David reaccionara. Fuera este arrepentimiento anterior o posterior al sufrimiento del pueblo, es obvio que era una actitud genuina de David. Con todo y esto, el Cronista se interesa sobremanera por indicar claramente el desagrado de Dios por el censo. Esto, ineludiblemente, hace que David luzca mal. Es loable por parte del Cronista que, pese a su interés por ver a David favorablemente, se apegue a la verdad histórica y teológica vista en el libro de Samuel.
El papel de Gad, el profeta, es importante en este relato. Tanto la fuente del Cronista como el mismo escritor de nuestro texto aluden al hecho de que Gad era vidente de David. No era extraño que en la corte del rey hubiese un profeta que le ayudara a interpretar la voluntad de Dios. Es claro que el Cronista quiere mantener la idea de que un rey en pecado necesita de un profeta. La posibilidad de escoger entre tres formas de castigo compete al profeta darla al rey. Puede ser que David escogiera la peste a manos de Dios en lugar de derrotas militares a mano de hombres, porque reconocía contra quién había pecado en último análisis. Era justo que el pecado contra Dios fuese castigado por Dios mismo. Sea esto como fuere, es importante reconocer que David, a diferencia de otros reyes, no buscaba en su vidente sólo palabras halagadoras o lisonjeras sino palabra de Dios. Ciertamente Gad no era simplemente un profeta asalariado.