Uno de los problemas antes mencionados es que se nos dice que la tribu de Benjamín envió considerables tropas para ayudar a David cuando la experiencia en Siclag. Se sabe que los miembros de la tribu de Benjamín normalmente estaban muy firmes en su lealtad a Saúl y sus descendientes. Pero esto no impide que ciertos elementos de tal tribu (hermanos de Saúl; léase: miembros de la misma tribu de Saúl o sea la de Benjamín) se hayan aliado a David. Puede ser, inclusive, que a los benjamitas se les mencione primero, porque honraban más a David por su defección de las fuerzas de Saúl.
El versículo 2 explícitamente describe las destrezas guerreras con que contaban los benjamitas. Parece que desde los tiempos muy remotos se destacaban con el arco y la honda. Tanto era así que podían disparar misiles mortíferos con ambas manos según la necesidad que hubiera. Esta destreza vendría muy bien tomando en consideración el número reducido de ellos.
Todos los lugares que pueden distinguirse dentro de los versículos 3-7 se ubican en el territorio asignado a Benjamín.
En el versículo 4 se menciona a Ismaías como entre los treinta y jefe de los treinta. El hecho es que este nombre no figura en la lista de los treinta valientes de David en el capítulo 11. Varias explicaciones se ofrecen: primera, estos treinta se refieren a un grupo de treinta valientes de Saúl. Puede ser también que simplemente era uno de los más famosos de los benjamitas. Lo más lógico es que se refiera a un benjamita que se destacó tanto por su valentía que, aunque no se le tenía entre los treinta, se reconocía que era “más” que ellos.
Los versículos 8-15 discurren sobre los gaditas que formaban parte de los leales a David durante este período antes de su coronación en Hebrón. Se menciona que ellos acudieron a David estando éste en la fortaleza. ¿Sería esta fortaleza Masada o Engadi? Estos gaditas, a diferencia de los benjamitas, eran expertos en el uso del escudo y la lanza. Esto implica que su adiestramiento y experiencia los preparaban para luchar cuerpo a cuerpo con los enemigos. No era nada raro, pues se ve a menudo en escritos antiguos, que se les comparase a animales. Su valentía sería la de los leones; su seguridad de paso en unión con su ligereza de movimientos se compara con las de las gacelas montañesas. Claro, lo que hay que recordar es que el Cronista, al describir a los gaditas, en realidad está honrando más a David a quien éstos acudían para servir.
Se observa en el versículo 15 otro de esos detalles registrados por el Cronista que hacen que la narración sea más vívida. Se presta, también, para que uno sospeche que el autor de la fuente usada por el escritor bíblico fuese un testigo ocular del evento. Se habla de un desbordamiento del río Jordán. Menciona el escritor la época, o sea el mes primero. Desde luego, no se refiere a nuestro enero sino al primer mes del calendario hebreo. Sea esto como fuere, tuvo lugar durante la primavera cuando el derretimiento de las nieves harían tal condición factibleversículo . En este mismo versículo hay cierta ambigüedad en la construcción gramatical. Los traductores han tenido que suplir una que otra palabra para que tenga sentido. En el versículo 15b no se halla en el hebreo los de los valles sino sólo “todos… los valles”. Esto hace que algunos comentaristas opten mejor por la lectura alterna que se da en la nota de RVA de este texto. De este modo, en lugar de que huyan “los valles” (cosa un poco rara), se lee que “todos los valles se bloquearon”.
Los versículos 16-18 nos hablan en forma poética de un gran guerreroprofeta. David, aparentemente por haberse desilusionado con algunos de sus “aliados”, reta a algunos que se prestaban para servirle. A raíz de este reto, se nos da un poema singularmente significativo. Al jefe de los treinta, le invade el Espíritu de Dios; en el hebreo se lee lit.: “el Espíritu se vistió de Amasai” (¿será Abisai como en 11:20?) Esta vez el Espíritu está sobre el guerrero, no para pelear (como en el caso de los “jueces”) sino para profetizar o proclamar mensaje de Dios. Esta declamación asegura que David goza de la presencia y aprobación de Dios; por ende, los que acompañan a David tendrán la misma bendición divina. Es casi algo inusitado que el Espíritu se apodere de un guerrero para que profetice; se tienen precedentes para que un sacerdote proclame en nombre de Dios, pero un guerrero no. A los guerreros (como en el libro de Jueces) el Espíritu les fortalecía para poder salir victoriosos en batalla. Es evidente que para este período la presencia del Espíritu era temporal; sólo venía en momentos especiales de necesidad. La venida del Espíritu en forma permanente tendría que aguardar el período del Nuevo Pacto. Según el comentarista Barnes, este discurso apasionado refleja fielmente el registro de las palabras casi textuales de una fuente muy antigua.