(iii) Pablo habla de los que tienen la habilidad de ayudar. Eran personas que se encargaban de socorrer a los pobres, los huérfanos, las viudas, los forasteros y los marginados. Desde su mismo principio, el Cristianismo era algo eminentemente práctico. Uno puede que no tenga facilidad de palabra ni el don de predicador; pero está dispuesto a ayudar al que sea. (iv) Pablo habla de los que la Reina-Valera llama «los que administran» (kybernesis). La palabra griega es muy interesante: se refiere literalmente al trabajo de un piloto que dirige la nave al puerto entre las rocas y los bajíos. De esta palabra griega procede la española gobierno. Pablo se refiere a los que llevan la administración de la iglesia. Es una labor tremendamente esencial. El predicador y el maestro ocupan el centro de la escena; pero no podrían hacer su trabajo en absoluto si no fuera porque, entre bastidores, están los que arriman el hombro a la diaria labor rutinaria de la administración. Hay partes del cuerpo que no están nunca a la vista, pero cuya función es más importante que ninguna otra; están los que sirven a la iglesia de una manera que no adquiere publicidad, pero sin cuyo servicio la iglesia no marcharía.
Pero al final, Pablo va a pasar a hablar de un don que es mayor que todos los demás. El peligro está siempre en que los que tienen diferentes dones estén en desacuerdo entre sí, lo que imposibilitaría el eficaz funcionamiento del cuerpo. El amor es la única cosa que puede armonizar la Iglesia en una unidad perfecta; así es que Pablo pasa a cantar su himno al amor.