Pablo pasa a mencionar la profecía. Nos daría una idea más clara del sentido de esta palabra el traducirla por predicación. Nos hemos pasado asociando la profecía con la predicción de lo que va a suceder; pero la profecía ha sido siempre proclamación más que predicción. El profeta es el que vive tan cerca de Dios que conoce Su mente y corazón y voluntad, y puede hacérselos saber a los demás. Precisamente por eso, su función es doble. (a) Aporta reprensión y advertencia, diciéndole a la gente que su manera de vivir no está de acuerdo con la voluntad de Dios. (b) Aporta consejo y dirección, buscando la manera de encaminar a la gente como Dios quiere que vaya.
Pablo menciona a continuación la habilidad de distinguir entre diferentes clases de espíritus. En una sociedad en la que la atmósfera estaba tensa y había toda clase de manifestaciones extrañas que se consideraban normales, era de capital importancia el distinguir entre lo que era real y lo que no era más que histeria, entre lo que venía de Dios y lo que del diablo. Hasta hoy en día, cuando algo está fuera de nuestra órbita ordinaria, es sumamente difícil decir si es de Dios o no. El único principio que debemos poner en práctica es entender antes de condenar.
Por último, Pablo lista el don de lenguas y la habilidad de interpretarlas. Esta cuestión de las lenguas causaba mucha confusión en la iglesia corintia. Era frecuente que, en el culto, alguien se pusiera en éxtasis y lanzara un torrente de sonidos ininteligibles en una lengua desconocida. Este era un don extremadamente codiciado, porque se consideraba que era debido a la influencia directa del Espíritu de Dios. Para la congregación era algo ininteligible. A veces la misma persona era capaz de interpretar lo que había dicho, pero por lo general se requería que otro tuviera el don para interpretarlo. Pablo no pone nunca en duda la autenticidad del don de lenguas; pero se daba perfecta cuenta de ,que tenía sus riesgos; porque el éxtasis y una cierta clase de autohipnotismo son muchas veces difíciles de distinguir.
El cuadro que se nos presenta es el de una iglesia realmente viva. Sucedían cosas; hasta cosas alucinantes. La vida era elevada e intensificada. No había nada de aburrimiento ni de rutinario en la Iglesia Primitiva. Pablo sabía que toda esa actividad viva y poderosa era la obra del Espíritu, Que daba a cada cual su don para que lo usara para bien de todos.
El cuerpo de cristo
De la misma manera que el cuerpo es una unidad aunque tenga muchos miembros, y que todos los miembros del cuerpo, aunque sean muchos, no forman más que un solo cuerpo, así sucede también con Cristo. Porque por un solo Espíritu hemos sido bautizados todos de forma que hemos llegado a formar un solo cuerpo, ya seamos judíos o griegos, esclavos o libres, y a todos nos ha inundado el mismo único Espíritu.
Porque el cuerpo no está formado por un solo miembro, sino por muchos. Si el pie hubiera de decir: « Como no soy mano, no pertenezco al cuerpo.» ¿Es que por eso no sería parte del cuerpo? Y si el oído hubiera de decir: « Como no soy ojo, no formo parte del cuerpo. » ¿Por eso no sería parte del cuerpo? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿por dónde se podría oír? Y si todo el cuerpo fuera el sentido del oír, ¿dónde estaría el sentido del olfato? Pero tal como son las cosas, Dios ha colocado los miembros, individuales como son, como Le ha parecido bien. Si la totalidad no fuera más que un miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero, tal como es, hay muchos miembros, pero no hay nada más que un cuerpo. El ojo no le puede decir a la mano: «No te necesito para nada. » Ni tampoco le puede decir la cabeza a los pies: «No me hacéis ninguna falta. » Al contrario: aquellas partes del cuerpo que parecen más débiles, son las más esenciales; y a aquellas partes del cuerpo que parecen ser menos respetables les adscribimos un honor muy especial; y a las partes menos decorosas las tratamos con más decoro; porque las partes más dignas no necesitan una consideración especial. Dios ha compuesto el cuerpo dándole un honor especial a las partes que parecían carecer de él, para que no haya divisiones en el cuerpo, sino que los miembros tengan el mismo cuidado todos para con todos. De esa manera, si un miembro sufre, todos los miembros se conduelen; y si un miembro recibe honores, todos los miembros se congratulan.